Por Jorge A. Pérez Alfonso y Mónica Mateos-Vega, La Jornada, 6 de febrero de 2019

El proyecto del Tren Maya ‘‘va a ser un desastre ecológico”, sostuvo el artista Francisco Toledo en entrevista con La Jornada luego de participar en la sesión inaugural del Encuentro en defensa del territorio, los bienes comunes y los derechos de los pueblos, que se efectuó ayer en Santa María Atzompa, Oaxaca, a la que acudieron integrantes de organizaciones culturales y ecologistas, así como representantes de comunidades campesinas e indígenas de esta entidad y del país.

El pintor consideró que antes de ejecutar esa megaobra debe efectuarse ‘‘una consulta seria”, principalmente a los pueblos originarios de las áreas que serán afectadas, ‘‘y no como esas cosas que hicieron (la cuestionada consulta ciudadana del pasado diciembre). Técnicos deben dar su opinión, así como biólogos y demás especialistas, para saber todo lo que hay que hacer antes de tocar la región”, puntualizó el fundador del Patronato Pro Defensa y Conservación del Patrimonio Cultural y Natural del estado de Oaxaca (Pro-Oax).

Falta más información

Toledo, quien en Oaxaca ha encabezado una serie de luchas en defensa de la tierra y el territorio, insistió en que ‘‘indudablemente (el Tren Maya) va a ser un desastre ecológico, eso es seguro”, pues, reiteró, afectará la biosfera, principalmente en Yucatán.

Respecto del Istmo de Tehuantepec, por donde pasaría el tren, consideró que se podría dañar el área de los Chimalapas, colindante con Chiapas.

Otro de los problemas con el Tren Maya que observa el artista es que ‘‘realmente no se ha dado a conocer en qué consiste exactamente el proyecto; no se sabe gran cosa, sólo que el Presidente habló de dos o tres carriles, pero nada concreto. Habrá que pedir más información’’.

Refirió que debe haber un auténtico diálogo en el que se presente a detalle el proyecto, de tal forma que no se tenga la idea de que se trata de una imposición en beneficio de grandes empresarios y con afectaciones al pueblo.

Comparte con La Jornada carta que envió a AMLO

Toledo compartió con este diario la carta que el primero de diciembre de 2018 hizo llegar al presidente Andrés Manuel López Obrador, en la cual le pide ‘‘hacer valer el derecho que tienen las comunidades indígenas de la región maya para otorgar o negar su consentimiento previo, libre e informado respecto a un proyecto de infraestructura que afectará sus vidas, creencias, instituciones y bienestar espiritual, como afectará también las tierras que habitan”.

Esa misiva se la hizo llegar Toledo al Presidente una semana después de que éste criticó un desplegado, encabezado por el artista, en el que decenas de académicos, científicos e intelectuales explicaron sus motivos para oponerse a la construcción del Tren Maya. López Obrador les dijo entonces que les faltaba ‘‘baño de pueblo” a los ‘‘abajo firmantes”.

En esa carta el pintor reiteró al Ejecutivo su oposición a la construcción del Tren Maya, ‘‘sin tomar el parecer de las comunidades indígenas asentadas históricamente en los terrenos que cruzarán las vías”.

Dijo que en julio de 1990 el Congreso de la Unión aprobó el Convenio 169, que es ‘‘un instrumento vinculante y un referente jurídico para crear legislación que haga valer los derechos indígenas de nuestro país, pues el artículo 7 de dicho convenio establece: ‘los pueblos interesados deberán tener el derecho de decidir sus propias prioridades en lo que atañe al proceso de desarrollo, en la medida en la que éste afecte a sus vidas, creencias, instituciones y bienestar espiritual y a las tierras que ocupan o utilizan de alguna manera, y de controlar, en la medida de lo posible, su propio desarrollo económico, social y cultural’”.

En el Encuentro en defensa del territorio, los bienes comunes y los derechos de los pueblos participó el antropólogo Salomón Nahmad, premio Nacional de Artes y Literatura, quien criticó que en los megaproyectos que se han anunciado, principalmente el del Tren Maya, se esté avanzando sin tener los estudios necesarios para conocer si realmente los beneficios superarán a los daños.

‘‘Siempre, sin importar el tamaño de la obra, hay un impacto”, puntualizó el antropólogo, quien considera urgente ‘‘una investigación social a fondo, para que las comunidades que serán afectadas conozcan realmente lo que podría ocurrir en sus localidades, ya que finalmente ellos serán los que sufran en primera instancia los impactos de esta obra, pero además que sólo sean ellos los consultados, pues la obra no afectará a los que viven en el norte del país”.

En el encuentro, las organizaciones sociales participantes ofrecieron propuestas para un plan de acción para las siguientes semanas contra los ‘‘‘megaproyectos” y en favor de los derechos de las naciones y pueblos originarios.