Por Diana Manzo, Página 3, 4 de febrero de 2019

María Isabel Jiménez Salinas, defensora comunitaria y quién que lleva más de 25 años practicando la medicina tradicional relató que el 90 por ciento de las plantas medicinales están en peligro de extinción por la instalación de 27 parques eólicos en la región del Istmo de Tehuantepec.

La medica tradicional trabaja con más de 200 plantas por mencionar a la hierba del toro, frailecillo (niñuhuini´), cuachanala (yaalaguitu), manrrubio (bacuuxhu), nube silvestre (nubeguixhi), jojoba (biibi), cuahulote (yaana), entre otras, de las cuales elabora tinturas, pomadas, jarabes, infusiones hasta cremas, gel y shampoo para la atención a la salud humana como un derecho universal, pero cada vez son más difícil de conseguirlas por la instalación de las más de mil 500 torres eólicas .

Isabel antes colectaba de forma natural sus plantas, flores y raíces en las parcelas ubicadas de la zona sur y norte de su natal Juchitán, pero ahora muchas de ellas se han extinguido o bien se encuentran pero en mínimas cantidades por lo que su forma de resistir es trasladarse a los mercados de la Ciudad de México, en Chiapas o de la capital oaxaqueña.

“Las parcelas están cercadas, otras vigiladas por policías porque ahí están las torres eólicas, entonces ya no podemos entrar, los dueños ya no nos dejan cortar las plantas, ya no nos dan permiso, me da tristeza porque la medicina tradicional que de por sí es poca practicada, parece ir en decadencia también”.

Una de las plantas que antes abundaba y ahora están a punto de desaparecer es el árbol del Guamuchil, el cual se usa para secar granos en la piel y también los talabarteros lo usan para curtir la piel del ganado con el cual elaboran los huaraches.

Su mayor anhelo es que la técnica milenaria de curar con plantas siga viva, que no se muera con la llegada de los aerogeneradores, que lo único que han hecho es dividir a la sociedad y acabar con el entorno natural de la flora y la fauna.

“Mentira que digan que los ventiladores traen desarrollo, sí así fuera, no hubieran tantos homicidios, asaltos, pobreza, la sociedad se ha desintegrado y ahora lo que ha ganado es la violencia, es triste saber que vamos desintegrándonos poco a poco”.

Isabel se resiste a dejar morir esta practica natural por que con sus productos ha visto mejoría en pacientes con gripe, tos, temperatura y hasta males como la Diabetes, cáncer y obesidad que son superados al ingerir productos naturales.

Además que a sus productos les pone el nombre en su lengua materna,el zapoteco, con la finalidad de hacer un trabajo colectivo y comunitario de revalorizar y conservar su cultura.

Curar con plantas no ha vuelto rica o con mucho dinero a Isabel, los productos que elabora que son 100 por ciento natural y orgánico tienen un costo de recuperación entre 50 y 150 pesos.

El amor por las plantas lo heredó de su abuela Inés López Meléndez, y desde entonces aprendió a distinguir las hierbas curativas y para qué se ocupaban, en el año de 1990 ingresó a la Escuela Pastoral de la Diócesis de Tehuantepec que fundó el obispo emérito Arturo Lona Reyes donde obtuvo mayor experiencia.