El meteorito del tren maya y la sexta extinción

Por León Enrique Ávila Romero, Alainet, 23 de noviembre de 2018

El sureste mexicano es la región del país, en la que se asienta la mayor diversidad biológica, los estados de Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Yucatán, Campeche y Quintana Roo, concentran más del 80% de la disponibilidad de agua superficial de buena calidad, y el 90% de las selvas altas, y una significativa superficie de selvas medianas y bajas, es el punto de encuentro entre la vegetación neotropical y neartica, lo que favorece el desarrollo de muchos endemismos, que generan una de la regiones del planeta como centro de origen de plantas domesticadas de importancia económica internacional y consolidan el lugar de México en diversidad de reptiles, mamíferos y aves.

Es importante retomar la importancia que tiene la propiedad social de los bosques y las selvas en México, ya que más del 50% de los bosques templados y más del 75 % de las selvas están en manos de comunidades rurales que poseen la propiedad colectiva agraria y que son más de 7 mil ejidos. (Bray & Merino, 2007).

En nuestro país, existen múltiples ejemplos de pueblos y comunidades que han defendido sus bosques ante la avaricia de las grandes empresas forestales, y que se vio reforzada su presencia en el porfiriato del siglo XIX con la reacción de las compañías deslindadoras. Con la llegada del siglo XX, con el presidente Lázaro Cárdenas del Rio (1934-1940) se da un proceso en el que el Estado deja el manejo técnico en una serie de compañías de capital estatal, las cuales son responsable de extraer la madera de los bosques indígenas.

Este modelo de explotación forestal generado desde el estado interventor, genero fuertes críticas por los vicios de corrupción, de mal manejo, de distribución inequitativa de los beneficios, y por una explotación irracional de los bosques.

Al cumplirse el plazo de la concesión forestal de 50 años de explotación, y con la génesis del modelo económico neoliberal en México, muchos de los bosques comunitarios se encontraban agotados y con un profundo deterioro. Y sobre todo se contaba con procesos en los que la población no se sentía beneficiara de la actividad forestal, esto trajo movimientos de reapropiación del recurso forestal, en las que sobresale la actividad desarrollada por la red mexicana de campesinos forestales Red MOCAF A.C., la cual en todo el país cuenta con más de 120 000 afiliados.

La destrucción del paraíso

EL proceso de deforestación en el sureste mexicano es alarmante, en Tabasco el 95% de la vegetación original ha sido destruida, bajo un proceso de ganaderización y colonización de tierras en el trópico mexicano (Munguía, 2005)

En la península de Yucatán sobre todo en el caso del estado de Campeche ha sido alarmante la destrucción de miles de hectáreas de selva para la ampliación de la frontera agrícola. Quintana Roo ha sufrido dicha ampliación hecha con trascavos y bulldozers, sin embargo la explotación forestal en muchas comunidades mayas se ha convertido en una alternativa económica que les genera ingresos, sin embargo la privatización de las costas y el turismo a gran escala de sol y playa, ha permitido la perdida de importantes zonas de manglares.

Respecto al estado mexicano de Chiapas, existen diversos datos sobre la deforestación en el estado, en el que por sus dimensiones llama más la atención es el referente a la perdida de cobertura vegetal en la región de las cañadas de la Selva Lacandona, en las cuales el proceso ha sido muy significativo, y no ha podido ser revertido en el siglo XXI.

Jan de Vos (1994) ubicaba en más de tres millones de hectáreas de selva, que cubrían la geografía del estado de Chiapas, con la llegada del México independiente, y sobre todo la anexión del estado del sureste, en el cual Cayetano Robles pide autorización al gobierno central de poder explorar la cuenca del rio Jatate, y las comunicaciones fluviales vía el Rio Usumacinta llevan sus aguas rumbo a los puertos de Campeche y Tabasco.

Lo cual inicia un proceso en el que la explotación de la madera se da a través de los ríos, en los que el capital tabasqueño jugo un gran papel en “la conquista de la selva lacandona por los madereros tabasqueños “.en las cuales tres grandes exploradores con la total indiferencia del gobierno chiapaneco se da la explotación de madera preciosa. Esta etapa se consideró de 1822 año del imperio mexicano a 1880 en el que industriales y comerciantes tabasqueños monopolizan la actividad forestal”.

La segunda etapa de acuerdo con Vos (1994: 10):

“va de 1880 a 1895, ya no son individuos los que hacen la historia de la Selva. Entran en escena tres poderosas compañías madereras, con sede en la ciudad de San Juan Bautista, la antigua capital de Tabasco. Las tres empresas se lanzan, al mismo tiempo, a las conquista de las cuencas fluviales donde la madera preciosa abunda más: la Casa Bulnes en los ríos Jataté y Chocolja, la Casa Valenzuela en los ríos San Pedro Martir y Usumacinta, y la casa Jamet y Sastre eb kis ríos Lacantun, Chixoy y Pasión. Los cortes de madera, hasta entonces empresas modestas y locales, se convierten en una industria de gran envergadura, que conquista su lugar en el mercado mundial gracias al apoyo financiero de inversionistas e importadores extranjeros. La caoba lacandona es embarcada en los puertos del golfo de México y vendida en los muelles de Londres, Liverpool y Nueva York, a precios de oro bajo el nombre de madera de Tabasco”.

La explotación forestal de la cuenca del rio Usumacinta, compartida entre Guatemala y México, llega a una situación en el que se estuvo en la posibilidad de tener un conflicto bélico, el cual es resuelto en 1895 mediante un acuerdo, y dentro de las perdedoras se encuentran compañías tales como la Valenzuela, Jamet y Sastre, Schindler y la Casa Romano. (De Vos, 1994).

Después empieza la época de oro de la caoba lacandona, la cual vivió durante el porfiriato su época de gloria, con la llegada de la revolución mexicana 1910-1920, los trabajadores de las monterías ven la oportunidad de obtener mejores condiciones de trabajo, lo cual no prospera, se da el quiebre de grandes compañías madereras, son sustituidas por más modestas, y la gran actividad maderera llega su fin cuando el gobierno mexicano prohíbe la exportación de madera en rollo en 1949. (De Vos, 1994).

Sin embargo, la presencia de terrenos nacionales, que servían para destrabar conflictos agrarios, no solo de carácter estatal sino nacional llevó a la colonización de la Selva Lacandona en diversos momentos.

Aunque en Chiapas existen macizos importantes de selva, que solo se representan 1/3 de la selva original, estos se encuentran en riesgo, por la ampliación de la frontera agrícola y la penetración de nuevos cultivos deforestadores como pueden ser la palma de aceite y la soya.

En la península de Yucatán la deforestación causada por la soya transgénica, que va de la mano de la palma de aceite en las cercanías de Escarcega Campeche, en la selva de Yucatán y Quintana ROO , son una pinza que ligado a la actividad turística de la Riviera maya, están sometiendo a una creciente presión a la selva , la cual sino se toma en cuenta al llamado que hacen personalidades como Enrique Leff, Eckart Boege, Adelita San Vicente, entre otros, que es necesario salvar y consultar a las comunidades indígenas sobre los megaproyectos, pondría en riesgo esta último refugio de vida silvestre, y aceleraría lo que algunos autores como Elizabeth Kolbert denominan la Sexta Extinción, la cual consiste en la perdida acelerada de biodiversidad, que se está generando por la pérdida de hábitats naturales, megaproyectos ( como el tren maya), ampliación de la frontera agrícola, presas , deforestación y nuevos cultivos agrícolas.

La sexta extinción

Para el investigador Gerardo Ceballos de la UNAM, esta extinción es diferente de las cinco precedentes que fueron por causas naturales, la actual es causada por el ser humano en un periodo muy corto.

El informe Planeta Vivo de la World Wildlife Foundation (2018), que trata sobre la extinción, plantea que hemos perdido más del 58 % de las especies en el planeta, si continuamos con el mismo modelo de desarrollo, probablemente se extingan más especies biológicas, poniendo en riesgo la misma sobrevivencia del ser humano.

La pérdida acelerada de biodiversidad puede llevar a la extinción de la especie humana. Es el mensaje apremiante y sombrío que ha lanzado Cristiana Pasca Palmer, directora ejecutiva de la Convención de la ONU sobre la Biodiversidad

Se han perdido el 60% de los vertebrados desde el año 1970

“La destrucción de la naturaleza es tan peligrosa como el cambio climático”, advierte Bob Watson, el químico de la Universidad de East Anglia que lleva años tendiendo puentes entre los dos acuciantes problemas ambientales. “Los ecosistemas son vitales para la especie humana, son su soporte de vida. Sin ellos, la producción de alimentos, la generación de energía o el suministro de agua serían imposibles. La naturaleza regula también el clima, mitiga la contaminación y propicia la polinización”.