Por Hogar sin Tóxicos, noviembre de 2018

  • La propia OMS advierte de que los sistemas actuales de evaluación del riesgo son inadecuados para sustancias disruptoras endocrinas. Virtualmente todos los ciudadanos están expuestos a ellas.
  • La comunidad científica duda de que haya un nivel mínimo seguro y advierte contra el “efecto cóctel” que se produce al exponerse a varias de estas sustancias.
  • La campaña Hogar sin Tóxicosde la Fundación Vivo Sano reclama a las autoridades españolas medidas urgentes para proteger la salud de la población, siguiendo el ejemplo de países como Francia o Dinamarca

El uso de pesticidas es hoy en día una práctica generalizada en la agricultura convencional, de tal forma que un alto porcentaje de los productos alimentarios que llegan a nuestras mesas tienen residuos de estas sustancias.

Muchos de estos pesticidas son o pueden ser disruptores endocrinos, es decir, que pueden alterar el normal funcionamiento del sistema hormonal y afectar a la salud de las personas. La exposición humana a estas sustancias es generalizada. Las cifras reflejan la magnitud del problema: cada año se esparcen 400.000 toneladas de pesticidas en los 28 países de la UE. España es, según los últimos datos de Eurostat, el país donde más se usan los pesticidas, con 78.000 toneladas al año.

Estos y otros datos ilustran el exhaustivo informe que acaba de publicar la Fundación Vivo Sano dentro de su campaña Hogar sin tóxicos bajo el título Alimentos con residuos de pesticidas alteradores hormonales. Una grave amenaza para la salud consentida por las autoridades. El documento es uno de los más completos elaborados hasta la fecha sobre este asunto. A lo largo de sus 259 páginas, resume lo que dicen innumerables informes científicos sobre cómo la población general está expuesta a estas sustancias a través de la alimentación, los efectos que pueden darse sobre la salud, o los graves fallos existentes en los sistemas oficiales de evaluación del riesgo, para finalmente proponer medidas que protejan de forma efectiva a la población.

El informe incide especialmente en la ausencia de garantías que ofrece el actual sistema de seguridad alimentaria en relación a estas sustancias. La normativa establece unos límites máximos de residuo (LMR) y una ingesta diaria aceptable (IDA) que se basan en criterios oficiales obsoletos. Como afirma el autor del informe, Carlos de Prada, responsable de la campaña Hogar sin tóxicos de la Fundación Vivo Sano, “los sistemas oficiales de evaluación del riesgo no solo no consideran el efecto cóctel que se produce en nuestro organismo al exponernos simultáneamente a varias de estas sustancias, sino que se basan en algunos criterios arbitrarios e incluso utilizan informes secretos de los propios fabricantes de estas sustancias. A eso hay que añadir la existencia de conflictos de interés en algunos organismos encargados de la evaluación del riesgo. En definitiva, no se tiene en cuenta debidamente el grado de conocimiento científico actual sobre las sustancias disruptoras endocrinas, de modo que podemos estar exponiéndonos a unos niveles perfectamente legales de pesticidas presentes en nuestros alimentos, confiando en unas normas que pueden no darnos una seguridad real”.

Normativa de la UE paralizada por presiones

También existe una desprotección legal desde el ámbito europeo, tal y como destacó la responsable de políticas de sustancias químicas del European Environmental Bureau (EEB), Dolores Romano, durante la presentación del informe. “La regulación de los disruptores endocrinos en Europa está paralizada por la presión que ejercen los fabricantes de pesticidas sobre la Comisión Europea y sobre los gobiernos de varios países europeos”, denunció, “y en el mejor de los casos, pasarán años antes de que se regulen las sustancias activas más preocupantes”.

La propia EFSA, en su informe de 2014, admitía que el 64,7% de las mandarinas, el 60,5% de las naranjas, el 57% de las peras o el 26,6% de los pepinos contenían varios pesticidas diferentes a la vez en una sola pieza de fruta. “Sin embargo, las autoridades consideran oficialmente legal y sana esa contaminación porque entra dentro de los LMR, que han sido establecidos para cada sustancia aisladamente sin tener en cuenta que se sabe que los efectos de la mezcla podrían ser muy superiores”, argumenta Carlos de Prada.

Los efectos a los que han sido asociados las sustancias disruptoras endocrinas son numerosos, desde cánceres hormonodependientes (de próstata, de testículos, de mama) hasta trastornos del metabolismo como obesidad y diabetes, pasando por problemas reproductivos tanto en la mujer como en el hombre, enfermedades cardiovasculares, o problemas cognitivos y de desarrollo cerebral en los niños. La prestigiosa Endocrine Society atribuye a los pesticidas organofosforados, que son solo uno de los muchos tipos de pesticidas que podrían tener efectos de alteración hormonal, la pérdida de 13 millones de puntos de coeficiente intelectual en la población europea cada año, básicamente por la exposición prenatal a estas sustancias.

La OMS advierte contra los disruptores endocrinos

La OMS ya mostró, en un informe de 2012, su preocupación por la creciente carga de las enfermedades endocrinas en todo el mundo y excluía explícitamente los factores genéticos, dada la velocidad a la que han crecido estos problemas en los últimos 40 años. Según este organismo, es muy probable que el riesgo de estas sustancias disruptoras endocrinas haya sido ampliamente subestimado, puesto que “la inmensa mayoría de los productos químicos actualmente a la venta no han sido testados en absoluto” acerca de este tipo de efectos.

Además de los efectos en la salud, los pesticidas están ligados a un sistema de producción agrícola que también tiene otros efectos: reducción de la fertilidad del suelo, incremento de los costes para el agricultor, creación de resistencias en las plagas, reducción en el valor nutricional de los alimentos, contaminación de suelos y aguas subterráneas, pérdida de biodiversidad (sobre todo entre los insectos polinizadores), y un tremendo coste sanitario por las enfermedades asociadas al uso de estas sustancias. La Endocrine Society cifra este coste, solo para una clase de efectos y un grupo de sustancias, en unos 146.000 millones de euros al año.

Así las cosas, la campaña Hogar sin tóxicos de la Fundación Vivo Sano reclama a las administraciones públicas medidas urgentes para reducir la exposición de la población a los pesticidas disruptores endocrinos, medidas que giran en torno a tres ejes: correcta regulación, correcta información y agroecología.

Un plan nacional para reducir los pesticidas

En el campo de la regulación, el responsable de Hogar sin tóxicos subraya la necesidad de un plan nacional que tenga el objetivo vinculante de reducir el uso de estas sustancias un 30% cada cinco años, así como de impulsar técnicas no químicas de control de plagas y apoyar decididamente la agricultura ecológica, tomando como referencia las medidas adoptadas por países de nuestro entorno como Francia, que ha puesto en marcha un ambicioso plan para reducir en un 50% el uso de pesticidas para el año 2025, o Dinamarca, que ha sido aún más exigente y ya ha reducido el uso de pesticidas en un 40% tan solo entre 2011 y 2015.

Dolores Romano también respaldó este tipo de medidas. “Desafortunadamente, la Unión Europea no va a prohibir a corto plazo el uso de los pesticidas que son disruptores endocrinos. Por ello, es necesario que los Estados miembros tomen medidas para limitar los usos de estos pesticidas, informar a agricultores y ciudadanos sobre los riesgos, y promover la agricultura ecológica”, afirmó.

Según Carlos de Prada, los ejemplos de Francia y Dinamarca demuestran que es totalmente factible emprender el camino hacia la agroecología y reducir el uso de pesticidas, y más en España, el país con más superficie de agricultura ecológica de la UE.

Descárgate el Informe Alimentos con resíduos de pesticidas alteradores hormonales en PDF pinchando aquí.