Por Angélica Enciso L., La Jornada, 31 de octubre de 2018

En América Latina se ha dado la caída más dramática de vertebrados en el mundo, 89 por ciento de 689 especies estudiadas desde 1970, revela el Informe Planeta vivo 2018, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés). Señala que en las décadas recientes la actividad humana ha afectado gravemente los hábitat y los recursos naturales.

Advierte que sólo en México el jaguar y peces de agua dulce son especies en riesgo de extinción debido a la caída de sus poblaciones. Las que se han documentado –de peces, aves, mamíferos, anfibios y reptiles–, han tenido un declive de 4.8 por ciento anual del centro del continente a la Patagonia, es decir, en tres de los cinco países megadiversos del mundo: Brasil, Colombia y México. América Latina es la región más afectada, lo cual se relaciona con las actividades humanas, incluidas la pérdida y degradación del hábitat y la sobrexplotación de la vida silvestre.

El reporte explica que entre 1970 y 2010, a escala mundial, se ha reducido 22 por ciento del hábitat adecuado para los mamíferos.

El Caribe es una de las zonas más afectadas, con 60 por ciento de declive en estas poblaciones. Hay disminución global en aves, mamíferos, anfibios, corales y cícadas, lo cual, basado en el Indice de Extinción de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, sugiere que las especies han acelerado su riesgo de extinción.

Finalmente la integridad de los ecosistemas cayó 81.6 por ciento en 1970 a 78.6 por ciento en 2014.

El informe destaca que hay una crisis ambiental que merma las capacidades de recuperación del planeta. Es urgente conectarnos con el impacto de los productos que consumimos para tomar decisiones más inteligentes y reducir nuestra huella ecológica. México debe continuar impulsando activamente el desarrollo sustentable, dijo Jorge Rickards, Director General de WWF México.

Entre otros datos que revela el informe, están que a partir de 1950 aumentó el impacto de la humanidad en la naturaleza asociado a un modelo de crecimiento económico que asume que los recursos naturales son infinitos.

“Esta huella ha alcanzado una escala que interfiere profundamente con la atmósfera, las capas de hielo, los bosques, la tierra y la biodiversidad. Las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado a tasas alarmantes y en abril de 2018 los niveles de dióxido de carbono de la atmósfera alcanzaron un promedio de 410 partes por millón en todo el mes –el nivel más alto en 800 mil años”, refiere el documento.