México: Nuestra vida descansa en el maíz

Los zapotecos pensamos que el corazón de la vida comunitaria es el maíz. Pero no únicamente los zapotecos: los mazatecos, los huaves, los mixtecos, los mayas y todos los descendientes de los pueblos originarios que vivimos en México tenemos como alimento fundamental el maíz. Aun la capital de la República, a pesar de su grandeza diabólica, depende del maíz.

Por Joel Aquino Maldonado, Biodiversidad en América Latina y en el Caribe, 5 de septiembre de 2018

Sin maíz no hay país, sin maíz no hay comunidad, sin maíz no hay cultura, sin maíz no hay idioma, no hay todas las tradiciones comunitarias que todavía sobreviven en Oaxaca. Eso es la tarea que ahora tenemos nosotros en muchas regiones del país. El cultivo de la milpa es toda una escuela que educa a los niños, a los jóvenes.

La tarea de destruir a las comunidades y a los pueblos originarios data de hace muchos años, de hace muchos siglos y a pesar de que es una agresión brutal, despiadada, los pueblos se mantienen vivos, las comunidades se mantienen vivas; por eso las lenguas continúan —no todas— pero muchas de las lenguas que nos dejaron nuestros antepasados continúan en las comunidades, en las regiones, incluso en la Ciudad de México.

Los saberes acumulados en la comunidad de Yalalag y en muchas otras comunidades son inmensos. La supuesta modernidad del Estado mexicano ha ido deteriorando la fortaleza de la milpa a pesar de tantas agresiones, de tantas plagas que tiene la milpa —porque la plaga mortal no son los insectos, la plaga mortal es la burocracia que gobierna este país—.

Hace más de treinta años fueron construyendo una política agrícola encaminada a acabar con la agricultura tradicional. No lo hacen gratuitamente, porque sí saben la inmensa riqueza que hay en el territorio de Oaxaca y ahora sí se ve claro que al acabar con todos los agricultores tradicionales quedaría el campo libre para que las grandes transnacionales se apoderen del agua, de los bosques, de los mantos freáticos y sobre todo de los minerales.

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NUESTRA VIDA DESCANSA EN EL MAÍZ (6,64 MB