Por Albert Oppong-Ansah, IPS Noticias, 22 de agosto de 2018, Traducción de Verónica Firme

“La prolongada sequía, la tierra estéril y las altas temperaturas de 40 grados, así como la falta de irrigación para que puedan cultivar todo el año, los dejó desempleados durante siete meses al año”, explicó Ayaaba Atumoce, de la comunidad akaratshie, en diálogo con IPS.

Los distritos de Garu y Tempane, con 1.230 kilómetros cuadrados y 123.000 hectáreas, tenían grandes porciones de tierras estériles y degradadas hace tan solo tres años.

Ahora se ve verde, árboles de nim, bayas y frutas autóctonas en unas 250 hectáreas recuperadas. La tierra seca comienza a florecer, aunque lentamente.

Ayaaba Atumoce recuerda que cuando era niño la selva era densa, pero con el tiempo se redujo porque las comunidades agrícolas de la zona completaban sus ingresos fabricando carbón para vender en los centros regionales.

Alrededor de 54,5 por ciento o unas 70.087 personas, viven en la pobreza, la mayor proporción en toda la región, según el Mapa de Pobreza de Ghana de 2015.

También cambiaron las lluvias.

“Antes preparábamos la tierra a principios de febrero y comenzábamos a plantar cuando comenzaban las lluvias a principios de marzo o a principios de abril, y terminaban a afines de septiembre o a mediados de octubre”, recordó.

“Ahora, se corrió y plantamos a fines de junio o principios de julio y terminamos casi igual que antes. Tenemos bajo rendimiento”, acotó Atumoce.

Carl Kojo Fiati, director de Recursos Naturales de la Agencia de Protección Ambiental de Ghana, explicó a IPS que la deforestación y la tala indiscriminada en la región de Alta Ghana Oriental redujo los ciclos naturales del agua, de evaporación, condensación y precipitaciones, con lo que hubo menos lluvias y las tierras dejaron de ser productivas.

“Cuando los arbustos pueden crecer, sacan el agua de la tierra, la que se evapora a la atmósfera, se vuelve humedad y se une a otras formas de evaporación, que se condensan y vuelven a caer como lluvia”, precisó.

Mujeres, niñas y niños afectados

Según el Informe Anual de los Distritos de Gary y Tempane, de 2014, una gran proporción de la población local emigró al sur en busca de trabajo entre noviembre de 2013 y abril de 2014.

Alrededor de 53 por ciento de las mujeres de las localidades de Kpikpira y Worinyanga emigraron al sur del país con sus hijos para realizar tareas domésticas, dejando a sus hijos vulnerables a diversos abusos y privándolos de necesidades básicas como vivienda, educación, protección y atención médica.

Pero hace tres años, la organización World Vision International (WVI) en Ghana lanzó el programa Regeneración Natural Administrada por Agricultores (FMNR, en inglés), una técnica de recuperación del suelo de bajo costo.

“Después de ver el vídeo que preparó (WVI), nos dimos cuenta y aceptamos que sufrimos esas consecuencias porque talamos demasiados árboles para tener madera, leña y limpiar nuestras tierras cultivables; cortamos y quemamos de forma indiscriminada”, reconoció Atumoce.

“Desde hace 20 años, nuestras parcelas no son fértiles porque no podemos plantar sin aplicar fertilizantes (químicos)”, acotó.

“Hubo una gran sequía. Lo observé porque la temporada de lluvias se demoró y el período de precipitaciones se acortó, lo que redujo el rendimiento de nuestros cultivos y nos dejó en la pobreza”, añadió Atumoce.

Asher Nkegbe, de la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación, explicó a IPS que Ghana adoptó la Neutralidad de la Degradación de la Tierra (NDT) y fijó sus contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN), los compromisos que asumen los gobiernos para contener el cambio climático para 2030.

En el marco de las CDN, Ghana se comprometió a reforestar 20.000 hectáreas degradadas al año.

Eso incluye identificar las áreas con mayor degradación, crear una base de referencia y aumentar la cobertura vegetal. Los distritos de Garu y Tempane se consideran áreas clave para lograr la neutralidad en la degradación.

Los recursos naturales de Ghana desaparecen a un ritmo alarmante. Más de 50 por ciento de la selva original son ahora tierras cultivables. Los animales salvajes están en grave disminución y muchas especies están en riesgo de extinción, alerta un informe del Banco Mundial.

Garu y Tempane fueron la segunda y la tercera área en la que se implementó el proyecto, una iniciativa conjunta del Ministerio de Alimentación y Agricultura, el Servicio Nacional contra Incendios y otras agencias gubernamentales.

De 2009 a 2012, el piloto se realizó en Talensi, en el distrito de Nabdam, también en esta región de Alta Ghana Oriental.

Los proyectos de entregaron a las comunidades para su gestión. Hay otro proyecto en marcha en el distrito de Bawku Oriental, también en esta región.

Sencillos métodos de recuperación

Esas comunidades, integradas principalmente por agricultores, eligieron suelos degradados y se les pidió que no destruyeran los arbustos, sino que los protegieran y les permitieran crecer.

Los funcionarios del ministerio también les explicaron cómo podar de forma periódica los tallos frágiles para que puedan brotar y convertirse rápidamente en árboles. También les recomendaron dejar pastar a los animales para que sus heces sirvan de abono.

“La explicación científica es que las hojas de los arbustos o de otra vegetación se marchita y se cae, lo que luego se convierte en carbono para el suelo y favorece el crecimiento de las plantas”, explicó Fiati.

Hasta ahora hay 23 comunidades en Garu y Tempane que adoptaron ese enfoque, y 460 personas capacitadas por el ministerio.

El Servicio contra Incendios también capacitó a voluntarios en técnicas para combatir el fuego. Luego se formaron brigadas, que desempeñan un papel activo en la lucha contra los incendios forestales que lastiman el suelo.

También se crearon nuevos reglamentos para regular la recolección de excedente de madera, de pasto y otros recursos e impedir la caída de los árboles.

Se estima que los distritos de Gary, Tempane y Talensi tienen más de 868.580 hectáreas, con una densidad de 4.343 árboles por hectárea, en comparación con la referencia fijada de 10 árboles por hectárea.

“Les dimos a los agricultores animales para que fueran una fuente alternativa de ingresos y no tuvieran que recurrir a la quema de carbón”, explicó Maxwell Amedi, oficial de seguridad alimentaria y resiliencia del WVI, en diálogo con IPS.

Las selvas son centrales para la futura prosperidad, así como para la estabilidad del clima global, subrayó Amedi.

Talaata Aburgi, de 60 años y de la comunidad de Susudi, dijo a IPS que los árboles de nim siempre se usaron para curar males como la diabetes, úlceras en la piel, control de la natalidad, malaria (paludismo) y dolor de estómago, y por eso está contenta de que vuelvan a repoblar la zona.

También vuelven a crecer las bayas, y reaparecieron aves, mariposas y animales salvajes como monos y conejos.

El proyecto FMNR es un método excelente para corregir el problema de la falta de lluvias, al acompasar el ciclo productivo con la naturaleza, observó.

La iniciativa también permite que los jóvenes pastores pasen menos tiempo buscando pastos para sus animales, lo que les permite estudiar, destacó Aburgi.