Por Carolina Gómez Mena, La Jornada, 12 de junio de 2018

Esto está impulsado en parte por un “aumento de los conflictos y los desastres provocados por el clima, tendencia preocupante que no sólo amenaza el bienestar de millones de niños, sino que también socava los esfuerzos para acabar con el hambre y la pobreza en el mundo”.

En el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, 12 de junio, la FAO expuso que el número de niños que trabaja en la agricultura ha aumentado en todo el mundo de “forma considerable, de 98 millones en 2012 a 108 millones hoy, tras más de una década en continuo descenso, según las últimas estimaciones”.

Los conflictos prolongados y los desastres naturales de tipo climático, seguidos por la migración forzada, han obligado a cientos de miles de niños a ponerse a trabajar, advirtió el organismo de la ONU.

“Los hogares en los campos de refugiados sirios en el Líbano, por ejemplo, son propensos a recurrir al trabajo infantil para garantizar la supervivencia de la familia. Los niños refugiados realizan diversas tareas: trabajan en el procesamiento del ajo, en invernaderos para la producción de tomates o recolectan papas, higos y frijoles. A menudo están expuestos a múltiples amenazas, entre las que se incluyen plaguicidas, condiciones inadecuadas de saneamiento en el campo, temperaturas elevadas y fatiga por realizar trabajos que exigen un gran esfuerzo físico durante períodos prolongados”.

Subrayó que los esfuerzos para eliminar el trabajo infantil en la agricultura se enfrentan a “retos persistentes, a causa de la pobreza rural y al concentrarse el trabajo infantil en la economía informal y el trabajo familiar no remunerado”.

Advirtió que “el Hambre Cero solo es posible eliminando el trabajo infantil”.

La FAO remarcó que el trabajo infantil en la agricultura es un “problema mundial que perjudica a los niños, daña al sector agrícola y perpetua la pobreza rural. Por ejemplo, cuando los niños se ven obligados a trabajar muchas horas, sus opciones de asistir a la escuela y desarrollar sus habilidades se ven limitadas, lo que interfiere con su capacidad de acceder a oportunidades de empleo decentes y productivas más adelante en la vida, incluyendo los empleos en un sector agrícola modernizado”.

“Es probable que los niños que trabajan muchas horas continúen engrosando las filas de los pobres y hambrientos. Como sus familias dependen de su trabajo, esto priva a los niños de la oportunidad de ir a la escuela, lo que a su vez les impide obtener empleos decentes e ingresos en el futuro”.

Más del 70 por ciento del trabajo infantil a nivel mundial ocurre en la agricultura, por ello es vital “integrar el trabajo infantil en las políticas agrícolas nacionales y abordar el problema a nivel familiar. De lo contrario, se agravará aún más la pobreza y el hambre en las zonas rurales”. Se requiere “romper este círculo vicioso” si se quiere avanzar hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

El trabajo infantil se define como “aquel que no es apropiado para la edad de un niño, afecta a su educación o puede dañar su salud, seguridad o moralidad”. Sin embargo, no todo el trabajo realizado por los niños se considera trabajo infantil. “Algunas actividades pueden ayudarles a adquirir importantes habilidades para su sustento y contribuir a su supervivencia y seguridad alimentaria.

Sin embargo, gran parte del trabajo que realizan los niños en la agricultura no es apropiado para su edad. A menudo es peligroso y puede afectar a su bienestar”. Por ejemplo, cuando los niños trabajan en campos tratados con plaguicidas, permanecen despiertos toda la noche en barcos pesqueros o transportan cargas pesadas, esto puede interferir con su desarrollo social y físico.

Un enfoque más amplio para eliminar el trabajo infantil

La FAO y sus socios intentan poner fin a la dependencia de las granjas y empresas familiares del trabajo infantil, mejorando las habilidades de los pequeños agricultores familiares en especial, ofreciendo acceso a insumos y créditos, en particular a las mujeres, e implementando prácticas agrícolas sostenibles para mejorar la productividad y hacer que las pequeñas explotaciones sean lo suficientemente viables para emplear a adultos en trabajos decentes. La Organización apoya también a los países para integrar el trabajo infantil en las políticas, legislación, programas y estrategias nacionales.