Por Sarah del Moral, Animal Gourmet, 15 de mayo de 2018

“La tierra de México me da mi oro y mi plata, las hierbas silvestres para la sanación”, dice Amalita mientras se sumerge en su jardín de plantas medicinales y al mismo tiempo se abre como una enciclopedia para describir cada una de ellas.”Con esta ortiga puedo hacerte desde un té para las reumas o unas tortitas de huevo para un alimento nutritivo“.

Amalita se pasea de arriba a abajo y de un lado a otro por su jardín como una niña aventurera reconociendo cada elemento a través de los colores, olores y sabores, sorprendida con todo lo que encuentra a su paso, como si su descubrimiento fuese reciente y no de 82 años, el tiempo que ha vivido en esa casa, hogar donde creció, fue madre de 10 hijos y convirtió en la Casa de Salud “Calpulli Amalinalintzin”, un espacio ubicado en Xochimilco con el propósito de defender la madre tierra, el agua, el maíz y la medicina tradicional.

Aquí, ella recibe a pacientes desde cuatro vertientes: emocional, física, espiritual y su entorno utilizando tratamientos ancestrales. Diente de león para los riñones, las hojas y flores de la malva para mejorar las defensas del organismo, el llantén para la cicatrización, flor de cempasúchil para la diarrea, bugambilia para la tos, citronela para los dolores menstruales, chiquiadores para el dolor de cabeza… Esta farmacia herbal, además de funcional, resulta una manifestación de la cultura del pueblo de Xochimilco.

Amalita nació en 1936. Al cumplir 40 años dedicó su amor, tiempo, investigación y viajes por el mundo a la herbolaria, disciplina encargada de preservar y utilizar los componentes de origen vegetal para fines terapéuticos, una práctica que comúnmente es integrada por grupos de indígenas que han resguardado los métodos y tradiciones con el paso del tiempo.

Su Casa de Salud “Calpulli Amalinalintzin” es parte de las 32 casas certificadas de medicina tradicional en la ciudad de México. Dado que la preservación de estos procedimientos medicinales es de vital importancia para la cultura nacional, la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (SEDEREC) creó en el 2007 el programa “Medicina tradicional y herbolaria en la Ciudad de México”, que tiene como objetivo habilitar lugares de atención a la salud de grupos indígenas (llamadas Casas de Medicina Tradicional), así como difundir los usos y costumbres de los pueblos y barrios originarios de la ciudad de México.

Al final de la década de los 70, con el propósito de generar una estrategia operativa para el estudio de la medicina tradicional, un grupo de científicos de las culturas del continente africano, en unión con la Organización Mundial de la Salud (OMS), definieron esta práctica como la suma de todos los conocimientos, explicables o no, usados en el diagnóstico, prevención y eliminación del desequilibrio físico, mental o social y basados exclusivamente en la observación y experiencia práctica, transmitidos de generación en generación, oralmente o por escrito.

Bien dice la señora Amalia que esto de curar con hierbas y temazcales no es cosa del demonio, simplemente es regresar a lo que nos hacía bien: nuestras raíces. Desde un concentrado de cebolla, miel y limón para los resfriados, hasta una ensalada de quelites con hojas lengua de vaca, la señora Amalia comparte sus conocimientos de medicina tradicional y cocina prehispánica a cualquiera que se acerque.

Para ella, el temazcal representa el vientre de la madre, un lugar para dejar todo lo malo y renacer a una nueva vida. Después de la ceremonia, Amalita ofrece una comida para nutrir el cuerpo con productos de la chinampa y por supuesto de sus plantas silvestres. ¿Su especialidad? Deliciosas y crujientes tortitas de hueva de un mosco acuático llamado axayácatl o ahuautle, que significa “amaranto de agua”, acompañadas con tortillas recién hechas, salsita y agua fresca de apio.

“Mi madre trata de regresar paz y tranquilidad, se nos ha olvidado respetar; no respetamos ni a la naturaleza ni a nosotros mismos, hemos perdido hasta la capacidad de alimentarnos bien”, comenta una de las hijas de Amalia, mientras ella y su madre discuten. “Quererte y respetarte, dice mi madre, y eso mismo repartirlo a todo lo que te rodea. ¿Te imaginas qué hermoso sería si todos sintieran esa energía del sol o del aire?”

Para visitar la Casa de Salud de Amalia es necesario llamar previamente:

Teléfono: (55) 4081-5969 o (55) 4847-1181

Dirección: Av. Nuevo León No. 732, Barrio Caltongo, del. Xochimilco.