Por Mercedes López Martínez, Vía Orgánica/ Regeneration International, 5 de abril de 2018

Durante el cierre del evento, José Graziano da Silva, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se comprometió con una demanda central del simposium: que las y los agricultores de pequeña y mediana escala sean las protagonistas centrales en el impulso de la agroecología.

Sobre todo, porque las comunidades campesinas y nativas de todo el mundo han desarrollado la agricultura, los alimentos, las semillas esenciales y defendido la biodiversidad; no obstante las presiones y amenazas que viven constantemente por parte de empresas transnacionales, en complicidad con muchos gobiernos, que buscan apropiarse del agua, la tierra, los minerales y el medioambiente.

En ese sentido se pronunció Graziano al afirmar: “Cuando hablamos de agroecología, no nos referimos a asuntos estrictamente técnicos. Me gustaría subrayar su aspecto social, por ello si decimos que vamos a fortalecer el papel de la agroecología (…) estamos diciendo que vamos a fortalecer el papel de la familia y los pequeños campesinos, pescadores, pastores, mujeres y jóvenes”.

El representante de la FAO, también destacó su compromiso institucional por diversificar la producción de alimentos, promover la salud y la nutrición, salvaguardar los recursos naturales y la biodiversidad, mejorar la fertilidad y la salud del suelo, la adaptación y la mitigación del cambio climático y la preservación de las culturas locales y los sistemas de conocimiento tradicional.

Ferreira de Souza mencionó que: “es fundamental que los marcos legales y regulatorios se implementen de manera que aseguren un cambio transformador hacia una agricultura y unos sistemas alimentarios sostenibles basados en la agroecología”. Para ello, hizo un llamado a los gobiernos a desarrollar marcos normativos y legales para promover y apoyar la agroecología y los sistemas alimentarios sostenibles.

Este tema fue central en los debates del encuentro,, sobre todo por la amenaza que representan diversos tratados internacionales, que promueven el uso de semillas y cultivos genéticamente modificados, la apropiación emprsarial de las semillas y la comercialización de la biodiversidad.

Es destacable también que en el documento final del simposio se inste a las y los consumidores a actuar como agentes de cambio en el sistema alimentario para promover un consumo sano, informado y proveniente de procesos agroecológicos.

Otra demanda central, por parte de organizaciones civiles y grupos académicos comprometidos con la agroecología, fue la necesidad de brindar recursos económicos y asesoría técnica a las comunidades campesinas, para que retomen prácticas tradicionales holísticas y regenerativas.

También se hizo un llamado para que las escuelas de agroecología dejen de formar a sus estudiantes con modelos de agricultura industrial que han devastado la tierra, el suelo, el medioambiente, la salud, el agua y a los insectos polinizadores, dando prioridad a colegios agroecológicos como los de la Vía Campesina.

“No debemos seguir pensando bajo la lógica de mercado, necesitamos nuevos modelos y esquemas colaborativos y educativos con los agricultores y campesinos para impulsar la soberanía alimentaria”, mencionó Miguel Altieri, investigador de la Universidad de California en Berkeley.

Otro fuerte llamado se centró en impulsar el retorno de la juventud al campo, que carece de opciones laborales; así como promover alternativas de producción agrícola, ganadera, pesquera, silvicultura y forestal en zonas de alta migración. “De esta forma, se podrán brindar alternativas de trabajo dignas, bien remuneradas que posibiliten,, a través de técnicas regenerativas, combatir el cambio climático y reconstituir el medioambiente”, comentó Mercedes López de Vía Orgánica y Regeneration International durante su exposición.

López también hizo énfasis en la necesidad de visibilizar y reconocer la aportación de las mujeres no solo en la producción y comercialización de productos del campo y en la soberanía alimentaria, sino también en la instrumentación de prácticas resilientes para la adaptación de variedades ante el cambio climático. Por ello, reiteró la necesidad de que las acciones, programas y políticas públicas deben planearse, ejecutarse y evaluarse con perspectiva de género.

Estos fueron algunos de los ejes más destacados en el segundo congreso de agroecología. La moneda queda en el aire para saber si, en efecto, se realizarán acciones inmediatas para el escalamiento de la agroecología. Tema que no solo es de responsabilidad de la FAO y los grupos (campesinos, ecologistas, académicos, mediaombientalistas) que están promoviendo prácticas regenerativas, sino para los gobiernos para avanzar, efectivamente en la instrumentación de un mundo regenerativo.

Solo así podremos arribar al año 2030 con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU o, de lo contrario, mantener un sistema de agricultura industrial que promueve y perpetúa flagelos como el hambre, la destrucción del medioambiente, mala nutrición, la muerte de insectos polinizadores, la devastación del campo y de quienes trabajan en él, la escasez de agua y la destrucción del aire, la tierra y la biodiversidad.