Cultivar comunidades con los huertos escolares

Por Juliana Merçon*, Revista Decisió, ene-abr 2017

La maestra pregunta: “Para ti ¿cuál es la parte más importante de un huerto?”. Rápidamente Ita, estudiante de ocho años, levanta su dedo y contesta: “yo pienso que no, no hay una parte más importante que otra, porque es todo un ciclo. No hay una sin la otra, no hay ni un final ni un principio, es todo un ciclo”.

En lugar de aceptar la pregunta tal cual se le formuló, Ita la subvierte, la redirecciona y nos recuerda una verdad fundamental: el huerto es un gran ciclo de interdependencias; como la vida misma, podríamos añadir.

Este diálogo entre la maestra e Ita ocurrió durante un conversatorio con estudiantes hortelanos de escuelas primarias, secundarias y bachilleratos de diferentes estados de México. Así empezamos el

VII Encuentro de la Red Internacional de Huertos Escolares, realizado en octubre de 2016, en Coatepec, Veracruz. Las voces de los estudiantes nos permitieron recordar los sentidos y valores de nuestro quehacer en torno a los huertos escolares, por qué amamos cultivar con los más pequeños, sembrando un mundo más sustentable, solidario y justo. Sus voces también nos hicieron sentir unidos, como una unidad, una común unidad, una comunidad.

Además de conformar esta comunidad de senti- dos, valores y esperanzas en torno a los huertos escolares, los lazos de interdependencia que constituyen este tipo de experiencias configuran otros tipos de comunidad. Por ejemplo, podríamos decir que al cultivar un huerto escolar cultivamos también una comunidad de aprendizaje. En esta comunidad epis- témica se siembran y cosechan saberes disciplinares (biología, física, química, matemática, español, historia, filosofía, etcétera), saberes campesinos, tradicionales e interculturales (agroecología, herbolaria, calendario lunar, etcétera), así como saberes vivenciales e intergeneracionales que nacen de cada contexto y conjunto de interacciones.

El huerto escolar también suele transformarnos en una comunidad de prácticas más saludables. Estas prácticas a las que nos inspiran los huertos escolares corresponden a una vivencia integral de la salud porque involucran tanto hábitos relacionados con el consumo de alimentos sanos, no industrializados y libres de agrotóxicos (cultivados en la escuela o localmente) como ejercicios físicos (excavar, sembrar, mover la composta, regar, cosechar) y bienestar social y psicológico proveniente de momentos agradables en interacción con amigos y con la naturaleza, así como del placer de sembrar, cosechar y disfrutar los ricos sabores de lo que un día fue una semilla. Las prácticas ecológicas que sostienen los huertos escolares (compostaje, control biológico de plagas y enfermedades, captación de agua de lluvia, etcétera) también aportan a una relación humano- naturaleza más sana, o a lo que podríamos llamar, de salud socioambiental.

Con el huerto escolar muchas veces se cultiva también una comunidad socio-política con fuertes tendencias hacia la autogestión colectiva. En los huertos la colaboración de todos con todos nos acerca a un sentido de igualdad de poderes mientras los distintos saberes, habilidades, gustos y roles nos recuerdan que somos muy diversos. ¡Igualdad y diferencia se complementan y se engrandecen! El/la docente en un huerto escolar es necesariamente un/a aprendiz porque los saberes que explican los fenómenos de un huerto son saberes vivos, complejos, en movimiento, incompletos. La indagación constante que acompaña el devenir de un huerto invita al maestro/a a ser más niño/a, a hermanarse con sus estudiantes ante el asombro que nos causa lo desconocido.

El huerto escolar también corresponde a una comunidad de vida más allá de la humana. Los niños y las niñas no solamente lo saben muy bien; así lo viven. Esta comunidad inter-específica (conformada por seres de diferentes especies) abriga nuevas sensibilidades, ritmos más lentos y vivencias inolvidables de cuidado y amor a la naturaleza. El contacto con la tierra y el agua, con insectos y plantas muy diversos, así como la experiencia de los espacios y ciclos ecológicos generan sentidos de interdependencia y pertenencia ampliada. El huerto nos ofrece, así, una maravillosa comunidad de vida diversa en donde “no hay una parte sin la otra, no hay ni un final ni un principio”.

Comunidades escolares en red

Los huertos muchas veces confieren sentidos más vivos a la noción de comunidad escolar. Las personas que hemos participado en faenas (trabajo colectivo) en los huertos, donde acuden estudiantes, docentes, intendentes, directivos, padres y madres de familias, hemos vivido, en acto, la comunidad escolar como una fuerza colaborativa y transformadora. Los huertos suelen activar esta potencia comunitaria.

Enlazando a diferentes comunidades escolares, contamos en México y en otros países con la experiencia de las redes locales, estatales o regionales de huertos escolares. Estas redes construyen comunidad a una escala más amplia. Son espacios donde convergen diferentes realidades escolares para inspirarse y apoyarse mutuamente, en una especie de polinización cruzada de donde surgen más y mejores frutos.

Finalmente, está también la gran comunidad que hemos estado construyendo a través de la Red Internacional de Huertos Escolares (RIHE). Con la RIHE, el intercambio de experiencias se propaga enormemente: el Programa de Huertas en Centros Educativos en Uruguay nos inspira en México; la cooperativa del bachillerato en el Istmo Oaxaqueño puede compartir estrategias con docentes del Proyecto Niños Construyendo la Soberanía Alimentaria de Brasil, etcétera. Esta amplia comunidad que es la RIHE se nutre de aprendizajes y oportunidades por medio de su boletín electrónico y del trabajo de las comisiones que la componen, así como de sus encuentros anuales.

Este número de Decisio deriva de reflexiones generadas en el marco del VII Encuentro de la Red Internacional de Huertos Escolares, organizado por la Red de Huertos Escolares y Comunitarios de Xalapa, Veracruz. Los textos aquí presentados ofrecen una muestra de cómo la gran comunidad RIHE está pensando sobre varios temas de importancia para los huertos escolares.

Compartiremos, primeramente, las voces de niños, niñas y adolescentes que nos acompañaron en el conversatorio de apertura del Encuentro, y un poco de la historia de la RIHE contada por sus fun- dadores.

Los textos subsecuentes derivan del trabajo colectivo realizado en grupos que denominamos “semilleros de ideas”. Estos grupos de diálogo se formaron en torno a inquietudes que señalaron los participantes del Encuentro en su formulario de registro. Las organizadoras del evento categorizamos los principales retos y dificultades que manifestaron las personas inscritas respecto al huerto escolar y propusimos un semillero de ideas para cada grupo de desafíos. De esta manera, se realizaron grupos de diálogo en torno a los retos identificados y se co-construyeron estrategias para atenderlos. Com- partimos en este número el resultado del pensar colectivo de cinco semilleros de ideas. Los temas abordados son: sustentabilidad social del huerto escolar; aprendizaje interdisciplinario; fortalecimiento del consumo consciente, sano y local; producción de semillas; y sistematización de prácticas en el huerto escolar.

Los últimos textos de esta publicación son testimonios de experiencias de redes, programas y proyectos de huertos escolares desarrollados en México, Puerto Rico, Uruguay y Brasil. Finalizamos este número con la reseña Sembremos ciencia y conciencia. Manual de huertos escolares para docentes. Esta motivadora publicación que la Red Chiapaneca de Huertos Escolares regala a nuestras comunidades actuales y por venir está disponible, de manera gratuita, por medio de una liga electrónica que se incluye con la reseña.

Las palabras presentes en este número de Decisio son como semillas especialmente cosechadas y ofrendadas por participantes muy diversos de la Red Internacional de Huertos Escolares. Espe- ramos que el lector y la lectora las siembre… y participe con nosotros en el placentero cultivo de comunidades más solidarias, sanas, sabias y sensibles al cuidado de nuestra casa común.

Nota

Agradecemos a todas las personas que hicieron posible la realización del VII Encuentro de la Red Internacional de Huertos Escolares, a sus participantes y, especialmente, a los y las facilitadoras y autoras de los artículos colectivos que componen este número. Esta publicación forma parte de la historia viva de nuestra comunidad RIHE.

*Red Internacional de Huertos Escolares Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Veracruzana | México