Por Campaña Nacional sin Maíz no hay País, 27 de junio de 2017

 Pronunciamiento

Hace diez años, la amenaza de liberar totalmente la importación del maíz y el frijol comprometida en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), nos puso en alerta. Con esta decisión se ponía en mayor riesgo la producción campesina, la alimentación saludable y la soberanía alimentaria.

La respuesta fue colectiva: más de 300 organizaciones campesinas, sindicales, ambientalistas, de derechos humanos, de mujeres y asesoría rural, de nutrición, de derechos de consumo, de colonias y solicitantes de vivienda, defensoras de los derechos territoriales campesinos e indígenas, así como de instituciones académicas y científicas, ONGs e intelectuales, docentes, artistas, cineastas, músicos, chefs y ciudadanía, nos unimos para convocar a una Campaña Nacional en Defensa de la Soberanía Alimentaria y la Reactivación del Campo bajo el lema “Sin maíz no hay país y sin frijol tampoco. Pon a México en tu boca!”.

Fue así que a partir del 25 de junio de 2007 y hasta a la fecha, la “Campaña Sin maíz no hay país” ha estado integrada por una gran red de alianzas entre actores sociales del campo y de la ciudad, movilizándose a lo largo y ancho del país e incluso fuera de él. De manera creativa hemos contribuido al rescate de la milpa, no sólo en el campo, también en la mesa y en la sociedad, impulsado una nueva forma de organización horizontal, plural e incluyente; que suma y se nutre de cada sector y alimentándose de la diversidad de enfoques y experiencias, sin protagonismos ni jerarquías.

La “Campaña Sin maíz no hay país” se ha distinguido por la imaginación, creatividad, alegría e impacto pedagógico y ético de acciones que han involucrado a diversos sectores de la sociedad, logrando que el tema del campo y los alimentos esté presente en los medios formales y alternativos de comunicación.

A lo largo de estos diez años, la “Campaña Sin maíz no hay país” ha ganado batallas relevantes a pesar de las posiciones gubernamentales, y del enorme poderío de los monopolios agroalimentarios trasnacionales. Entre los principales logros se cuentan: la defensa de la soberanía alimentaria, de la agricultura campesina y del derecho a una alimentación saludable para todos y todas, destacando los siguientes:

  1. Despertar en la sociedad la inquietud sobre la calidad de sus alimentos y la forma en que se producen, en especial hemos informado sobre los riesgos y amenazas de la siembra de maíz transgénico en México. Hoy la opinión pública rechaza mayoritariamente los transgénicos y valora la importancia de la diversidad de nuestros alimentos, en especial, los maíces nativos mexicanos.
  2. Elevar a rango constitucional el derecho a la alimentación, una lucha que iniciaron varias organizaciones una década atrás y que se reforzó con coaliciones de agrupaciones campesinas y organizaciones de la sociedad civil, bajo el lema “El hambre no espera”.
  3. Instaurar el 29 de septiembre como Día Nacional del Maíz, emulando la forma de ser campesina que celebra su cosecha y comparte en este acto el producto de su trabajo de manera muy diferente a la lógica capitalista y de mercado.
  4. Impulsar la exigibilidad de los derechos como una forma de lucha que entendió que tenemos que luchar por nuestros derechos. En ese sentido se interpusieron diversos instrumentos jurídicos por parte de organizaciones integrantes de la Campaña que se  resumieron en Demanda Colectiva contra la siembra comercial de maíz transgénico. Con ella hemos obteniendo medidas cautelares ―vigentes a la fecha― que prohíben al gobierno mexicano otorgar permisos de siembra comercial de maíz transgénico. Esta lucha ha sido  inspiración para diversas causas que usan el litigio estratégico en la defensa de sus derechos.
  5. Ser referente nacional e internacional en propuestas alternativas para producir alimentos sanos en la defensa de la soberanía alimentaria, de las semillas nativas, de la agricultura campesina, de los derechos territoriales de las y los campesinos y pueblos indígenas y del derecho a no migrar.

Desde un inicio la Campaña ha desarrollado de manera creativa  innumerables acciones, entre las que sobresalen las siguientes:

  1.  Exposiciones, conferencias, foros, conciertos, debates en medios de comunicación, ferias sobre agricultura campesina, agroecología, comercio justo y fomento del intercambio de semillas y de experiencias organizativas, productivas y gastronómicas; cientos de talleres y conferencias sobre soberanía alimentaria, transgénicos y  consumo responsable.
  2. Siembra de maíz en parques y camellones de maíz con artistas.
  3. Celebración del Día Nacional del Maíz en la Ciudad de México y decenas de  ciudades y poblaciones del interior de la República e, incluso, del extranjero; con marchas festivas, culturales y artísticas para honrar la diversidad del maíz mexicano cada 29 de septiembre desde 2009.
  4. Cierre del Puente Internacional Córdoba-Las Américas de Ciudad Juárez el 1º de enero de 2008 demandando la exclusión del maíz y del frijol del TLCAN.
  5. Tapete monumental de granos de maíz en el Zócalo de la Ciudad de México con la participación de cientos de voluntarios y 35 toneladas de maíz para decir “No al maíz transgénico”, en 2009 durante la reunión internacional del Protocolo de Cartagena.
  6. Reflexión sobre la situación del campo e intercambio de experiencias en el suplemento mensual La Jornada del Campo del diario La Jornada que también cumple 10 años y llega a más de 100 números.
  7. Invitación a México, a Oliver De Schutter, Relator del Derecho a la Alimentación de la ONU, a que evaluara la precaria situación alimentaria en el país.
  8. Coordinación de eventos paralelos en la COP 13 de Cancún en defensa de la biodiversidad desde las comunidades indígenas y campesinas.

La milpa ha crecido y se ha diversificado, gracias al  su estilo de trabajo y sus iniciativas, la “Campaña Sin maíz no hay país” se ha sumado y ha animado ―de manera directa e indirecta― innumerables convergencias, coaliciones y alianzas de organizaciones y movimientos sociales en torno a problemas y temas convergentes con los objetivos de la defensa de la soberanía alimentaria y la reactivación del campo mexicano. Entre las iniciativas en las que ha participado e impulsado se encuentran las siguientes:

  1.          El Carnaval del Maíz con los movimientos juveniles comprometidos con la defensa del maíz, el territorio, la biodiversidad y el ambiente.
  2.           La Colectividad demandante contra la siembra de maíz transgénico.
  3.           Las Jornadas Nacionales en Defensa de la Tierra, el Agua, el Trabajo y la Vida.
  4.           La Alianza por la Salud Alimentaria
  5.           La Convergencia México Mejor sin TPP, ahora México Mejor sin TLCs.
  6.           La Iniciativa Valor al Campesino.
  7.           El Movimiento Agroecológico Mexicano.
  8.           La Caravana de la Diversidad Biocultural.
  9.           La Misión de observación apoyando a MA OGM contra la siembra de soya transgénica.
  10. La Red de semillas de libertad de América Latina y la de México.

Los logros son importantes, por lo que hoy, a diez años del surgimiento de la “Campaña Sin maíz no hay país”, tenemos que unirnos aún más y redoblar esfuerzos.

En la actualidad, la política contra el campo se ha profundizado y en especial contra  la agricultura familiar indígena y campesina, que actualmente produce 70 por ciento del maíz blanco para tortillas y 60 por ciento del frijol que comemos, que permite autosuficiencia, crea empleos y mitiga las carencias de las mayorías. Están en riesgo nuestra alimentación, nuestras formas de vida y nuestra riqueza cultural.

Hoy, al igual que hace 10 años, la revisión del Tratado de Libre Comercio para América del Norte pone en mayor riesgo al campo mexicano. Poco esperamos del gabinete de Donald Trump, quien declaraba en sus tiempos de campaña que acabaría con el TLCAN, quien con arrogancia niega el cambio climático y se niega a firmar el Acuerdo de París. Nada esperamos del gobierno de Enrique Peña Nieto, que demostró en la renegociación del azúcar, su incapacidad de defender lo que es nuestro.

La soberanía del país está más que nunca en riesgo frente a las presiones de los monopolios agroindustriales para aumentar la importación de alimentos de Estados Unidos y para liberar la siembra de maíz transgénico e imponer formas de cultivo que eliminan empleos, erosionan los suelos y promueven el uso de agrotóxicos que contaminan y atentan contra nuestra salud. Esto acabaría con la biodiversidad de nuestros maíces, y todo lo que producen las y los campesinos.

Decimos no al encarecimiento de los alimentos, a la pérdida de empleos, al aumento de la pobreza y del hambre. La confluencia de múltiples crisis por las que atraviesa México, configura la mayor crisis del último siglo y pone en riesgo al país mismo.

La defensa de las y los campesinos, del maíz y de la milpa, como sistema de cultivo, como forma de vivir, de organizarnos en la diversidad, es indispensable para preservar nuestras raíces culturales, nuestra identidad…

El sueño neoliberal de un campo sin campesinos ni indígenas en México no es más que una pesadilla y vana ilusión. O hay México con campesinos y pueblos indios, o no hay México. Porque sin maíz no hay país.

En este contexto no sólo el maíz está en riesgo. Lo está el país mismo.

Por eso en la presente etapa, la Campaña asume el lema de

Sin maíz no hay país. Sin país no hay maíz.

Lo anterior nos plantea nuevos retos y tareas como Campaña. En esta etapa no podemos ni debemos disociar la lucha por rescatar al país de la de salvar al campo.

Por eso nuestras demandas urgentes son:

  1. Cambiar el modelo neoliberal y el régimen autoritario por uno basado en la defensa del bien común, de los derechos individuales y colectivos y de una vida justa y digna para todas las personas.
  2. Rescatar al campo luchando por: i) Soberanía alimentaria e hídrica; ii) Derecho a seguir siendo campesinos y derechos de los pueblos originarios; iii) Derecho a una alimentación sana, suficiente y de calidad para  todas y todos, con información veraz y oportuna.
  3. Retirar la agricultura y la alimentación del TLCAN.
  4. Prohibir definitivamente la siembra comercial de maíz, soya transgénica y otros alimentos transgénicos, así como su importación.
  5. Conservar las semillas campesinas en manos campesinas.
  6. Respetar los territorios campesinos y sus recursos.
  7. Defender la propiedad social de la tierra.
  8. Defender el agua como un derecho humano y para la producción de alimentos nacionales y evitar su privatización.
  9. Promover la siembra de cultivos agroecológicos sin uso de químicos, pesticidas ni fertilizantes que dañan el ambiente y contribuyen al calentamiento global.
  10. Incentivar cadenas cortas agroalimenticias para que los alimentos de producción agroecológica sean vendidos a comunidades cercanas a precios justos, sin intermediarios, y acercando al público consumidor a las y los campesinos.

Sin maíz no hay país… y sin país no hay maíz

Unamos nuestras voces y esfuerzos por rescatar un campo sustentable y digno, por la soberanía alimentaria con campesinas y campesinos