Los transgénicos en debate

¿Qué son los transgénicos y por qué los agroecólogos luchamos contra ellos? Un resumen de los aspectos relevantes de esta discusión.

Por Javier Carrera-Andrade, Alainet, 16 de junio de 2017

Desde hace varios años hay un candente debate en torno a los transgénicos en América Latina. Países como Colombia, Chile y México han cedido a su introducción y cultivo, otros como Costa Rica van creando territorios libres de transgénicos por exigencia de la población, mientras que Perú se mantiene legalmente libre de semillas modificadas genéticamente.

Ecuador, por medio de un veto del ex Presidente Rafael Correa al que se sometió la mayoría parlamentaria del partido gobiernista, acaba de aceptar la introducción de semillas y cultivos transgénicos “con fines de investigación solamente”. Este debate ocurre nuevamente de espaldas a la población, que es la que debería decidir sobre una decisión que puede afectar profundamente su economía y alimentación.

El presente artículo es un intento por esclarecer algunos aspectos fundamentales de la argumentación desde la agroecología, para ayudarnos a tener una opinión informada.

¿Qué son los transgénicos?

La principal característica que tenemos los seres vivos es nuestra capacidad de reproducirnos. La mayoría practicamos lo que se conoce como reproducción sexual, donde hijos e hijas son una mezcla de sus padres. Para crear un nuevo ser, padre y madre mezclan su “información genética”, es decir, las características propias de cada uno, que han heredado a su vez de sus padres y abuelos. Esta información está organizada en “genes”, unidades de información hereditaria que se guardan dentro de la célula reproductiva, en una estructura física llamada Ácido Desoxiribonucleico, o ADN.

¿Qué tipo de información puede haber en un gen? Por ejemplo puede estar el color de tus ojos. O el tamaño del cuerpo. O la resistencia a una enfermedad. Todo lo que somos físicamente al nacer, proviene de los genes que heredamos.

Cuando hacemos selección, por ejemplo para tener una semilla más productiva, o una raza de perro más colorida, estamos apoyando a ciertos genes para que tengan más presencia en la raza o variedad. Lo hacemos mediante la eliminación de los individuos que no tienen la característica que buscamos, y mezclando aquellos individuos que si la tienen, para potenciarla. Debemos hacerlo durante varias generaciones, hasta conseguir que la característica buscada aparezca siempre en esa raza o variedad.

Así es como se ha realizado la selección desde el principio de la agricultura y la crianza de animales. Hay límites a lo que se puede cruzar. Podemos mezclar distintas razas de perros, pero no podemos cruzar un perro con un gato, porque pertenecen a especies distintas.

La ingeniería genética toma un atajo para realizar la reproducción genética: mediante técnicas de manipulación microscópica, se mete directamente en la célula reproductiva de un ser vivo, corta fragmentos de ADN que contienen características que interesan a los ingenieros genetistas, y los pega la célula reproductiva de un ser de una especie diferente. Con esto, la ingeniería genética cruza especies que en la naturaleza jamás habrían podido mezclarse, como perros y gatos, o incluso entre reinos diferentes como bacterias y plantas.

Suena eficiente, ¿verdad? Parece que los ingenieros genéticos fuesen una novedosa clase de magos, capaces de crear nuevos seres, uniendo partes de animales, plantas, bacterias, hongos. Quienes defienden a los transgénicos nos tratan de pintar un futuro donde la naturaleza será diseñada por técnicos humanos, para nuestro total beneficio, con cultivos muy productivos y resistentes, con alimentos perfectamente diseñados.

Y sin embargo, muchas personas se oponen drásticamente a esta tecnología, desde grupos religiosos hasta científicos experimentados, desde activistas sociales hasta consumidores independientes. La población europea mantiene un rotundo No a los cultivos y productos transgénicos, en franca oposición a sus propios gobiernos; de igual manera, en el resto del mundo la oposición informada es enorme y crece cada día. Ya son 31 países los que prohíben o restringen fuertemente los cultivos transgénicos, y el número va en aumento.

¿Por qué esta oposición tan radical? ¿Cuáles son los problemas que esta tecnología causa, que preocupan a personas de tan diverso origen y ocupación?

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