Por Guillermo Knochenhauer, El Financiero, 16 de abril de 2017 

Perdón por la obviedad, pero la homologación que persigue EUA es de nuestra legislación con la de ellos.

De lograrlo, nuestras medidas sanitarias y fitosanitarias, diseñadas para la protección de las personas, animales y plantas en las muy diversas condiciones ambientales de muestro territorio, quedarían reducidas a los criterios mercantiles de Norteamérica.

En Estados Unidos, los organismos genéticamente modificados (OGM) están totalmente liberalizados; no son sujetos de ninguna regulación, así que de aceptar México la homologación normativa en materia sanitaria y uso de plaguicidas, la siembra comercial de maíz transgénico también quedaría desregulada en nuestro país.

Actualmente hay una suspensión del Poder Judicial al otorgamiento de permisos para la liberación comercial de maíz genéticamente modificado.

La suspensión la logró desde 2013 la Colectividad Demandante en defensa de los maíces nativos mexicanos, que integraron cincuenta y tres ciudadanos y 20 organizaciones no gubernamentales de productores, indígenas, académicos y ambientalistas.

Para conseguir esa orden judicial, la Colectividad Demandante debe haber exhibido suficientes pruebas sobre el daño asociado a la siembra de maíz GM.

Más vale abrir el debate sobre el maíz transgénico para responder adecuadamente a las presiones de las transnacionales que se dejarán sentir en la renegociación de TLCAN, para que la venta de sus semillas en paquete con herbicidas, quede desregulada en México.