Por Mercedes López Martínez, Vía Orgánica y Regeneration International, 8 de marzo de 2017

Pero lo peor sucederá cuando quieras desayunar, pues encontrarás la despensa y el refrigerador vacíos, en casa no habrá frutas, verduras, tortillas, frijoles, semillas, leche ni huevos para alimentarte.

Y no, no estarás en una película de ciencia ficción o en medio de una pesadilla. Esta puede ser una realidad en tu casa y en muchas otras casas del mundo por el llamado al Paro Internacional de Mujeres: “Nosotras Paramos. Hacemos huelga, nos organizamos y nos encontramos entre nosotras”

El paro, que estará vigente el día de hoy, 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, busca visibilizar la desigualdad y discriminación que vive más de la mitad de la humanidad a nivel económico, social, político, salarial, sexual, pretendiendo incluir a todas las mujeres: “…las ocupadas y desocupadas, las asalariadas y las que cobran subsidios, las cuentapropistas y las estudiantes, porque todas somos trabajadoras. Nosotras paramos”[1].

Pero la pesadilla puede ser más desastrosa si se produce en el campo por las consecuencias que el paro tendría en la alimentación y producción agrícola, sobre todo si consideramos que las mujeres producen entre el 60 y 80% de los alimentos en los países en vías de desarrollo, estando presentes también en la distribución y consumo de alimentos.

Según Oxfam (2011: 10), la inserción de las mujeres en el campo mexicano ha crecido, teniendo que para 2014, de un total de 27.7 millones de personas dedicadas a las labores agrícolas, 50.4% eran mujeres, contra el 49.6% de hombres. [2]

Es decir, el campo está feminizándose y las mujeres están ocupando la jefatura de los hogares por la migración masculina. No obstante, se hacen cargo de la producción en el campo en condiciones desfavorables, ya que desarrollan agricultura a pequeña escala, lo cual impide ganancias remunerativas; no son propietarias de la tierra, por lo que difícilmente reciben recursos o apoyos tecnológicos[3]; están sujetas a largas jornadas laborales por estar a cargo también del cuidado del hogar y de descendientes y personas enfermas; además de que sus opiniones y propuestas no tienen repercusión en las decisiones comunitarias por constituir tan solo el 24.7% de las ejidatarias[4].

Beneficios de la equidad de género en el campo

Tanto Oxfam (2010) como Beatriz Margarita Zavariz (2012)[5] consideran que la instrumentación de acciones, programas y políticas públicas con perspectiva de género en el campo no sólo contribuirán a elevar la productividad de las mujeres entre un 20 y 30% y la de las naciones en vías en desarrollo en 2.5 y 4%; sino también se reduciría la pobreza en el mundo (entre 12 y 17%), y también ayudaría a mejorar la nutrición y condiciones de vida de las comunidades campesinas, ya que las mujeres destinan buena parte de sus recursos en beneficio de sus familias.

Otro aporte importante de las mujeres son las acciones que desarrollan contra el cambio climático y los desastres naturales, en defensa de la biodiversidad y la vida, tan amenazada por la voracidad de empresas y compañías transnacionales que lucran con el medio ambiente y sólo lo ven como una mercancía.

Oxfam destaca, entre los principales aportes de las mujeres: la adaptación de cosechas, prácticas agrícolas y animales de traspatio para enfrentar el cambio climático; el acopio de alimentos para enfrentar la escasez; la búsqueda de refugios seguros contra desastres naturales; así como la organización comunitaria a través de grupos de ahorro, ayuda o de trabajo colectivo (Oxfam 2010).

Por ello, este 8 de marzo, si no quieres despertarte en medio de un desastre familiar, comunitario, laboral y social por el paro convocado por mujeres de todo el mundo, es importante que reflexionemos en la necesidad de exigir políticas públicas con perspectiva de género para luchar contra la desigualdad, pero sobre todo, pasar de la palabra a la práctica, sumándose los hombres activamente a las tareas del hogar y de cuidado, para reducir la carga para las mujeres.

Notas

[1] https://www.facebook.com/notes/ni-una-menos/llamamiento-al-paro-internacional-de-mujeres-8-de-marzo-2017/588055324718987/.

[2] Lahoz, Diana (2011). Mujeres campesinas y su papel en el sistema alimentario en México, Oxfam México; y Censo Nacional de Población y Vivienda 2010.

[3] La posesión de la tierra por parte de las mujeres no llega ni al 2%, por tradiciones patriarcales que dictan heredar la tierra a los hombres, como jefes de familia. Y en el caso de las viudas o tutoras de menores de edad, sólo están a cargo hasta que sus hijos varones crecen. (FAO, 1990).

[4] Censo Nacional de población y Vivienda, 2009).

[5] Zavariz, Beatriz Margarita (2012). Mujeres en el campo mexicano, FIRA.