Por Iván Restrepo, La Jornada, 13 de febrero de 2017

Numerosos estudios de los especialistas y los centros de investigación más reconocidos en el tema, demuestran que los humedales brindan múltiples beneficios a la humanidad.

De acuerdo con el convenio firmado en Ramsar, los humedales comprenden todos los lagos y ríos, los mantos acuíferos, pantanos y marismas, los pastizales húmedos, los estuarios y deltas, los manglares y los arrecifes de coral, entre otros. Ese enorme conjunto natural constituye una de las fuentes más eficientes y productivas del mundo y posee una incalculable biodiversidad. Además, filtra contaminantes, previene y contrarresta los efectos negativos del cambio climático y los huracanes y es fuente de trabajo para millones de familias.

Este año las noticias en torno a la celebración citada fueron más destacadas en los medios. En México, positivas a la vez que preocupantes. En un informe de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), entre 2010 y 2015 el país incrementó la superficie de manglares. Lo tradicional y permanente ha sido su destrucción por la obra pública, el establecimiento de granjas piscícolas y la ocupación caótica de la franja litoral por los asentamientos humanos y, de manera muy notable, por las diversas obras y actividades que trae consigo el turismo de sol y playa.

En la presentación del informe de la Conabio, el doctor José Sarukhán señaló la recuperación registrada en cuanto a la superficie ocupada con manglares (hoy suman más de 775 mil hectáreas) gracias a fenómenos naturales y a mejores métodos de medición cartográfica de las áreas donde éstos se localizan.

Que la pérdida no sea como en el pasado tan grave y acelerada también se debe en muy buena parte a la existencia de las áreas naturales protegidas decretadas por los gobiernos federales y los estatales. Sin embargo, la península de Yucatán, donde se localiza el polo turístico más importante del país (Cancún y la Riviera Maya) así como los nuevos centros de descanso en Campeche y Yucatán, figura entre las regiones donde más pérdida se registra de humedales. Igualmente es grave lo que ocurre en el estado de Nayarit, en cuya franja litoral los hoteles y servicios conexos han acabado con miles de hectáreas de humedales. Precisamente estas dos regiones del país son las que poseen mayor extensión de tal riqueza natural.

Pero esa destrucción patrocinada por intereses privados en connivencia con funcionarios y políticos corruptos ha dejado ya ver sus efectos negativos en el litoral de Quintana Roo, por ejemplo. Con el agravante de que los responsables de destruir lo que está protegido por las normas oficiales en muy contadas ocasiones son sancionados por las dependencias encargadas de hacerlo. Y cuando la autoridad interviene es porque el daño es irreparable. A lo anterior se agrega que sean autoridades locales las que igualmente destruyen los humedales, como suele ocurrir en Cancún y Playa del Carmen, las dos ciudades más importante de Quintana Roo y que crecen caóticamente.

La buena noticia de que aumenta la extensión de los humedales en México contrasta con dos pésimas: hay menos ejemplares de la vaquita marina, la especie que el gobierno lleva 25 años anunciando planes para protegerla de su extinción definitiva. Apenas quedan 30 ejemplares. Y sigue la pesca ilegal de la totoaba, ligada a la vaquita. También hay menos mariposas monarcas: llegaron a invernar a México 27 por ciento menos esta temporada. Dicen que por el uso de herbicidas en Estados Unidos. ¿No fue en febrero de 2014 cuando en la ciudad de Toluca los presidentes Enrique Peña Nieto, Barack Obama y el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, prometieron millones de dólares y medidas efectivas para garantizar la existencia de la ilustre viajera, símbolo ambiental del Tratado de Libre Comercio de América del Norte?