Por Ecoticias, 4 de enero de 2017

Las declaraciones

Durante la campaña electoral, entre otras barbaridades, xenofobias y amenazas, Trump dejó caer primero como una broma, que el Cambio Climático era un “cuento chino”, pero más adelante se reafirmó en su creencia de que es solo un invento para menoscabar el poderío de los EEUU y que de existir, no sería antropogénico (culpa del ser humano), sino un Ciclo natural.

En cuanto al tema de los combustibles, haciendo gala de una enorme soberbia y egoísmo, explicó que nadie iba a decirle a él qué tipo de combustibles debía usar su país y que cualquiera era útil para mantener el estilo de vida que quiere para sus conciudadanos.

Por ello ya anunció que el carbón es una fuente de combustible tradicional que quiere volver a implementar, ya que fue el motor del cambio en la Revolución Industrial y lo volverá a ser y que autorizará todas las prospecciones de fracking que le propongan, con tal de alcanzar sus metas.

La revista Nature ya lo ha bautizado como el primer “presidente anticientífico” del país, puesto que parte de la base de que el calentamiento Global NO es un problema, por lo que en varias oportunidades ha dicho que se retirará del acuerdo de París (COP21) y no participará en fraudes por el estilo.

Ambientalistas alarmados América Central junto con Canadá, son los sitios que por su vecindad inmediata a los EEUU sufrirán más de cerca las consecuencias de que Trump vuelva a contaminar el ambiente.

El aire, la tierra y las aguas que comparten sufrirán las consecuencias directas del impacto.

Muchas de las medidas que hoy están en vigor y que permiten que por ejemplo se intenten gestionar los residuos que acaban en el Golfo de México procedentes de ríos norteamericanos, como el Misisipi desaparecerán y se teme que los resultados sean catastróficos.

Hoy en día América Latina se enfrenta con recursos muy limitados a nivel económico, a cientos de problemas derivados del Cambio Climático, que intentan paliar y resolver con más maña que fuerza, lo cual está resultando una ardua y complicada tarea.

Si Trump cumple con una décima parte de lo que ha prometido, el futuro ambiental de su país, el de sus vecinos y el del mundo entero, se verá cada vez más comprometido y los activistas temen (con razón) de que el punto de no retorno esté más cerca de lo que nadie se imagina.