Por Ecoticias, 24 de noviembre de 2016

Una de cal y otra de arena

Entre 2011 y 2015 (aún no hay datos de 2016), solo en EEUU las Compañías Coca Cola y PepsiCo patrocinaron a 96 organizaciones que luchan contra problemas de salud pública como la obesidad, la diabetes y las enfermedades del corazón, según un estudio publicado en el American Journal of Preventive Medicine.

Durante el mismo período, las dos firmas de bebidas gaseosas combatieron 29 proyectos de ley relacionados con la salud pública en los EEUU, destinados a reducir el consumo de refrescos o a mejorar la nutrición y la salud de los consumidores. “Estas compañías presionaron contra la intervención de salud pública en el 97% de los casos, poniendo en cuestión el compromiso gubernamental de mejorar la salud del público”, dijeron los autores del estudio Daniel Aaron y Michael Siegel, de la Universidad de Boston.

También advirtieron que, mediante la aceptación de la financiación de estas empresas, las organizaciones de salud están participando de forma inadvertida en sus planes de marketing, en una palabra: los usan para disimular sus verdaderos propósitos.

La mayor parte de los beneficiarios de la “generosidad” de estas empresas fueron organizaciones privadas, pero otras eran parte del gobierno federal de Estados Unidos, como es el caso de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

Las donaciones se han vuelto más importante en los últimos años, junto con la organización de campañas de salud pública, que relacionan a los refrescos con el aumento de los niveles de obesidad y con una prevalencia creciente de la diabetes en el país.

Coca-Cola reveló recientemente que había empleado más de 120 millones de dólares desde el año 2010, en la financiación de estudios científicos llevados a cabo por asociaciones y grupos de lucha contra la obesidad y la hipertensión.

PepsiCo en promedio también ha gastado unos 3 millones al año en este tipo de “cabildeos” desde 2011.

Edulcorando la imagen

Mediante el apoyo a las organizaciones de salud, las empresas están tratando de mejorar su imagen, en un intento de ganarse la buena voluntad del público, para distraer la atención de sus esfuerzos de presión sobre las medidas que puedan perjudicarlos.

Alrededor del 35% de los adultos estadounidenses son obesos y el 69% tiene sobrepeso, de acuerdo con los datos oficiales. Los gastos en tratamientos relacionados con la obesidad representaron una quinta parte del dinero empleado para la atención de la salud del país.

El gran lobby de los refrescos

El lobby se lleva a cabo en los círculos de poder, donde las compañías ejercen una gran presión, dado su nivel de productividad y sus buenos resultados económicos, lo que las hace muy fuertes a la hora de emplear su poderío para conseguir lo que quieren.

Tanto Coca Cola como PepsiCo dedican ingentes esfuerzos y mucho dinero para frenar o anular cualquier legislación que vaya en contra de los refrescos, según señala el estudio, poniendo de esta manera a las organizaciones de salud patrocinadas, en una posición de conflicto de intereses.

Varias de estas organizaciones, tras haber recibido las jugosas donaciones de las empresas de refrescos han retirado su apoyo a medidas que intentaban combatir los problemas derivados del consumo de bebidas cola con altos niveles de azúcar.

Y los ejemplos de estas prácticas lamentablemente son muchos. Ambas compañías tratan de salir airosas en estas batallas de poder jugando con las necesidades de las organizaciones involucradas.

Si a ello se le suma que en sus declaraciones siempre resulta que son “los buenos de la película” o que se los combate injustamente, queda claro que lo que hacen es mentir. Minimizando los riesgos

Ante las últimas sugerencias de la OMS de que se impondría un impuesto a las bebidas que contuvieran azúcar, los dos gigantes salieron al paso de inmediato, declarando que “casualmente” ellos también tenían el mismo objetivo.

Pero más allá de declaraciones, promesas, ayudas con segundas intenciones, millones repartidos y presiones de la más variada índole, lo que les interesa a las compañías básicamente es seguir vendiendo sus productos, al costo que sea.

Y lo preocupante es que, si bien hay una cierta concienciación a nivel de la población que consume sus refrescos, de la problemática que ello puede implicar para la salud (obesidad, colesterol, hipertensión, diabetes, etc.), son muy pocos los que toman medidas reales en este sentido.

En general y a nivel mundial, la gente sigue tomando refrescos y lo que más les interesa es que sepan a Coca Cola o a Pepsi y si lo que contiene sus bebidas además de resultarles sabrosas y refrescantes, destapan cañerías, provoca enfermedades o contamina, poco les importa.

Y es justamente gracias a este tipo de consumidor compulsivo, que estas y muchas otras más empresas acaban por hacer lo que se les da la gana, vendiendo lo que el usuario es capaz de pagar y sabiendo que, a la larga, solo un puñado de personas se quejará de sus dudosas prácticas comerciales y de su vago concepto de la ética y esos… no compran sus productos.