Por Más de Mx, 28 de septiembre de 2016

Cuenta la leyenda que el 29 de septiembre, el día de San Miguel Arcángel, el diablo anda suelto. Esta fecha coincide justo con el momento en que, desde hace milenios, comienza la cosecha en México, cuando los primeros elotes se asoman en las milpas y se ofrecen, gustosos, a nosotros. Por eso, también se ha destinado a este día como el Día Nacional del Maíz.

Principalmente en el centro del país, la noche del 28 de septiembre se colocan en las puertas de las casas, en las cuatro esquinas de los cultivos, y en otros lugares, cruces con flores de pericón (flor de yauhtli); las hermosas flores naranjas cuyo nacimiento coincide justo con la época de cosecha del maíz en todo México. Las cruces se colocan para alejar al demonio y proteger las casas, autos o milpas. Generalmente las cruces se dejan todo el año, y luego se relevan por una nueva.

Esta costumbre tiene un origen prehispánico, que luego sería adaptado durante la colonia, en su versión ya evangelizada. La flor de yauhtli está asociada al culto a Tláloc dios de la lluvia. No es extraño, entonces, que al finalizar la temporada de lluvia, justo en estas fechas, se ofrendara esta flor en agradecimiento a este dios por las buenas cosechas y para pedirle que el hambre se alejase. La recolección de yauhtli se inciaba el 25 de septiembre para luego colocarla en las casas y en los cultivos el día 28.

Así, entre el 28 y 29 de septiembre se han celebrado milenariamente, muy de la mano de el ritual de la flor del pericón, las primeras elotadas, donde son recolectados los primeros elotes y compartidos con amigos y allegados; generalmente los elotes son hervidos o asados a las brasas en el campo.

Las elotadas, por cierto, continúan hasta la primera quincena de octubre –dependiendo de los ritmos de cada milpa, que son los que determinan cuando será la primer recolección. Se trata de honrar la cosecha del año y de compartirla con los seres queridos. Por eso el aire se impregna de alegría –el arquetípico triunfo de “cosechar lo sembrado”–, la abundancia está fresca y la comunidad se une en torno a esta celebración.