Por Patricia López, Gaceta UNAM, 07 de noviembre del 2019.

La resistencia de las bacterias a los antibióticos es uno de los grandes problemas médicos del siglo XXI y podría significar un revés en la esperanza de vida humana en el futuro próximo.

En la UNAM, Pablo Vinuesa, investigador del Centro de Ciencias Genómicas (CCG), con sede en el campus Morelos, estudia los mecanismos básicos y evolutivos de un grupo de bacterias altamente resistentes a estos fármacos con los que el ser humano combate infecciones y enfrenta modernos tratamientos médicos.

“La Organización Mundial de la Salud en 2014 sacó un reporte global de los países miembros en el que resumía el estado del problema de la resistencia a antibióticos. Llegó a la conclusión de que ya estamos totalmente en la era posantibióticos. Esto quiere decir que no es una fantasía apocalíptica eso de que no contamos ya con esas drogas que eran fundamentales para contender con infecciones, operaciones, trasplantes, terapias contra cáncer y otros problemas de salud”, indicó Vinuesa.

En su investigación, él integra microbiología, genómica y bioinformática. “Nuestro objetivo es tratar de entender cómo evolucionan patógenos oportunistas en los ambientes naturales, fuera de la clínica”, señaló el microbiólogo, quien ofreció un seminario sobre el tema en el Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIB).

La resistencia a antibióticos y la virulencia se examinan sobre todo con aislados clínicos. “Pero la evolución de estos atributos ha tenido lugar en ambientes naturales mucho antes de que existieran los humanos”, abundó Vinuesa, quien indaga bacterias provenientes de sedimentos y columnas de agua en ríos limpios y contaminados de Morelos.

En sus muestreos, el universitario y sus colaboradores buscan géneros determinados, sobre todo Gammaproteobacterias, una clase de bacterias que incluye diversas especies de importancia médica, ecológica y científica.

De este grupo les interesa su capacidad innata de interaccionar con más bacterias y con células eucariónticas, desde unicelulares hasta plantas o humanos.

“Nos hemos centrado en un género, Stenotrophomonas, que en las últimas décadas ha subido en posiciones en el ranking de los patógenos oportunistas más peligrosos”, señaló.

Es una bacteria que no es particularmente virulenta, pero en los hospitales cuando llegan personas inmunosuprimidas (después de una operación, que tienen que estar con catéteres o están en cuidados intensivos) están muy susceptibles de ser colonizadas por bacterias oportunistas. “Es muy delicado infectarse después de un trasplante o algún otro logro de la medicina moderna que implica el uso intensivo de antibióticos, dado que hay muchas bacterias que son panresistentes, es decir, resistentes a todas las clases de antibióticos que se usan en la clínica”, detalló.

Estas tienen la oportunidad de acabar colonizando todo nuestro cuerpo, causando infecciones terribles y sistémicas que pueden ser mortales. El experto explicó que todo lo que conlleva inmunosupresión nos hace muy susceptibles porque no tenemos nuestras propias defensas activas y hay que aplicar altas dosis de antibióticos.

Aproximación ambiental

Pablo Vinuesa ya tiene una aproximación ambiental. “Estamos analizando como emergen estos microbios desde poblaciones que estudiamos en el ambiente (sedimentos, columnas de agua de ríos). De ahí hemos sacado bacterias muy resistentes y los patógenos más preocupantes en la clínica”, comentó el científico.

Ya colectadas, en el laboratorio las muestras se aíslan, se cultivan y se hacen exámenes genéticos basados en el estudio de algunas secuencias claves para identificar a qué género pertenecen. Luego se determinan sus perfiles de resistencia, enfrentándolas a distintos tipos de antibióticos.

Si Vinuesa y su grupo descubren mecanismos fundamentales y conservados, esto podría ser una diana estupenda para hacer una nueva generación de antibióticos. “Pero trabajamos aspectos mucho más básicos porque sabemos muy poco de estos organismos”, finalizó.

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