Por Natalia Tangona, Biodiversidad LA, 22 octubre del 2019.

“Que se caigan los muros de las casas, las cárceles y las calles,
que las vergüenzas mueran antes de nacer,
que el ruido de las voces de mujeres apague los horrores del grito cotidiano,
que se caigan los muros de todas las cocinas donde haya sufrimiento,
que se acabe el silencio, que se acabe.
Hoy, compañeras, hoy,
nos hemos despertado revoltosas,
sacudimos las sábanas y apoyamos los pies firmes sobre la tierra,
el corazón, el corazón que parecía que iba a estallar,
¡acaba de hacerlo!”

Silvia Morán, primera diputada lesbiana de Guatemala

34° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas,Trans, Travestis, No Binaries, Intersexuales, Bisexuales, Indígenas, Negras, Afro y Racializadas

Compartimos las miradas de Rosalía Pellegrini de la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra), de Argentina; Adriana Guzmán del Feminismo Comunitario Antipatriarcal, de Bolivia; y Verónica Pascual, de la UST (Unión de Trabajadores y Trabajadoras Sin Tierra) de Mendoza, dentro del MNCI.

Rosalía Pellegrini (UTT)

¿Qué evaluación hacés de la participación política de las trabajadoras de la tierra en este último Encuentro y cómo hacemos para ubicar entre los ejes centrales de los debates a la problemática de la tierra?

“Para nosotras fue muy positivo. Poder ir era parte de nuestro objetivo dentro de la agenda del movimiento de mujeres y de la lucha por la igualdad y por visualizar el machismo. Poder introducir la agenda de las mujeres rurales. Creemos que el movimiento de mujeres en Argentina es muy rico, muy diverso, con mucha potencia. Nos sentimos parte, pero hay que reconocer que la agenda de las mujeres campesinas, agricultoras, productoras de alimentos, ha estado, hasta hace poco, un poco ausente. Esto igual no es una crítica sino una realidad de la cual nosotras nos hicimos cargo y desde el laburo que venimos haciendo, muy desde abajo, desde apoyarnos y contenernos ante las violencias, fuimos reflexionando cada vez más. Cómo vivimos las distintas violencias en nuestros cuerpos, en nuestros territorios, en la producción de alimentos, en las mujeres campesinas, y me parece que se pudo notar esa agenda, que nos sentimos parte, que también la perspectiva de lo plurinacional nos contiene porque somos mujeres argentinas, paraguayas, bolivianas, las que le damos de comer a la gente.

Entonces así como para estas multinacionales no hay fronteras para oprimir a nuestros pueblos, como así lo dice Syngenta cuando habla de la “república de la soja”, así las resistencias también tienen que sobrepasar las fronteras, hermanarnos con las compañeras de Brasil, con las compañeras de Guatemala, con las compañeras del pueblo kurdo. Para nosotras fue muy rico juntarnos con toda esa diversidad, esa riqueza, esa fuerza y a su vez que nuestras banderas, nuestras luchas sean levantadas por ese movimiento en esa plaza latinoamericana. Fue muy importante para nosotras, así que creo que nos vamos este Encuentro sabiendo que somos muchas más las mujeres que conocemos cuál es la realidad de las mujeres del campo, que se conoce la fuerza que tenemos y que formamos parte de este gran movimiento de cientos de mujeres feministas argentinas.

Quisimos poner como eje central la problemática, no sólo del acceso a la tierra, sino en general en cuanto a la producción de alimentos. Hay un sujeto súper marginalizado en Argentina, que somos las y los productores de alimentos, las y los agricultores familiares en una Argentina donde parecen no existir. Con el verdurazo demostramos que existimos y ahora queremos demostrar que somos las mujeres las que en gran parte sostenemos un modelo de producción que está asentado en la familia, en las pequeñas familias de agricultura familiar, pero a su vez que se sostiene gracias a que las mujeres reproducimos la vida. La vida en la casa, sostenemos esa familia productora, pero en una situación de fuerte desigualdad, excluidas del acceso a la tierra, excluidas de las decisiones de producción, excluidas de todo lo que tiene que ver con un modelo productivo que entiende la tierra como una fuente de mercancías nada más y no como parte de una naturaleza de la cual nosotras y nosotros somos parte”.

Adriana Guzmán (Feminismo Comunitario Antipatriarcal)

Como dice Lolita Chávez, “el cuerpo es el primer territorio de defensa”, y esta autodefensa, esta lucha por la soberanía de los cuerpos se entrelaza directamente con la defensa y soberanía de la tierra en Abya Yala. ¿Cuánto hemos avanzado hoy en este acuerpamiento de los feminismos y los territorios? ¿Qué te ha dejado este 34° Encuentro Plurinacional?

“El feminismo colonial, el feminismo racista, eurocéntrico, es un feminismo liberal, viene de la revolución francesa, defendiendo la propiedad privada y el derecho de las mujeres a acceder a la propiedad privada. Entonces esa lógica se ha trasladado a los feminismos donde también se intenta imponer en estos territorios de Abya Yala una lógica fragmentada. Que no entiende la complejidad del sistema porque no vive en la complejidad del sistema. Cuando nosotras, feministas comunitarias, decimos que el cuerpo es este territorio estamos diciendo que nuestro cuerpo es, como mujeres, nuestro primer territorio de resistencia, de defensa. Pero también estamos hablando de un cuerpo común, de un cuerpo comunitario, de un cuerpo colectivo, de un cuerpo político, que es el que compartimos con otras mujeres. De un cuerpo-territorio que compartimos con otras mujeres. Es el que pisamos, es el territorio en el que estamos. Entonces no hay luchas divididas, pues cuando hablamos de extractivismo es extractivismo que destruye la naturaleza, que contamina los ríos, que destruye las comunidades por la megaminería, por la minería a cielo abierto, desde la explotación, por ejemplo en Bolivia, desde la destrucción del Cerro Rico. Todo ese extractivismo se aprende en el cuerpo de las mujeres.

Todo extractivismo se sostiene en el cuerpo de las mujeres. Porque lo primero que se establece antes de hacer un campamento de explotación minera, petrolera, es un espacio donde se explota a las mujeres laboralmente, sexualmente. Las redes de trata y tráfico tienen su objetivo final en esos campamentos mineros, petroleros, gasíferos. No hay cosas divididas cuando pensamos cómo la humanidad explota de esa manera a la naturaleza, porque lo hace todos los días en el cuerpo de las mujeres, las mamás, las abuelas, las hermanas mayores que se hacen cargo de este trabajo. Entonces, a la pregunta de cuánto hemos avanzado, no sé si hemos avanzado pero lo que hemos logrado en el 34 Encuentro, por ejemplo, en la en la Mesa de Feministas del Abya Yala, es tener todos esos discursos en un mismo espacio, porque no es que a un lado están las defensoras de la tierra, a otro las que están en contra de las hidroeléctricas, y a otro lado tienen que hablar las hermanas colombianas que están siendo asesinadas, y a otro lado las kurdas.

Todo tiene que ver con el saqueo de la tierra, que es el saqueo de nuestro cuerpo, y estar juntas y encontrarnos nos lleva a pensar un feminismo realmente antipatriarcal capaz de entender que el asesinato de las mujeres tiene que ver con el asesinato de los defensores de la tierra, tiene que ver con la explotación de la tierra que es la explotación de nuestro cuerpo, de nuestro territorio, que el bombardeo de Turquía a Rojava, la intervención a las kurdas en Siria, tiene que ver con el escarmiento a nuestros cuerpos por haber tomado un territorio, por defender un territorio que tiene que estar al servicio del capital, al servicio del patriarcado, al servicio de la explotación sexual, al servicio de la explotación minera, al servicio de la explotación laboral. Entonces poder encontrarnos todas y hablar de lo que parecieran ser temas distintos, que podrían verse como medioambientalismo, ecofeminismo, movimientos campesinos, de obreras, trabajadoras, sindicalistas, y saber que estamos hablando un mismo discurso, me parece fascinante. Eso es un Encuentro, eso es un encuentro político, es un encuentro epistemológico, es un encuentro territorial, porque habitamos los mismos discursos, porque habitamos la misma lucha.

Más allá del espacio de Feministas de Abya Yala, el Encuentro también es una evidencia de que nos falta caminar frente a ese feminismo colonialista, racista, que quiere que la Comisión Organizadora siga definiendo, decidiendo cuáles son los temas más prioritarios, quiénes son las personas que pueden hablar y que las originales estén ahí pues, porque siempre han estado nomás. El argumento es colonialismo: ¿cómo lo vamos a llamar plurinacional al encuentro? Sería como negar que los anteriores 33 no han sido plurinacionales. No han sido pues, no han sido porque no nos han nombrado y no nos han nombrado como queremos que se nos nombre. Ésto les preocupa, que vengamos las mujeres originarias indígenas de otros territorios, que nos queramos apropiar del Encuentro, que nos queremos llevar al Encuentro.

La discusión sobre el nombre es sobre la propiedad privada, es la discusión sobre la constitución de los Estados, porque uno de los temores es que si el Encuentro se da plurinacional, ¡después van a querer que el Estado sea plurinacional! Y van a querer reconocer muchos más derechos de los que supuestamente tienen los pueblos qom, wichí, saqueados, empobrecidos, el pueblo mapuche, permanentemente hostigado, masacrado, perseguido. Entonces no, no es una discusión sencilla la del nombre, no pasa solamente por un detalle, es una discusión estructural en la política regional, en la política de este territorio. Quieren acallar nuestras voces, las voces de las mujeres originarias, las voces de los cuerpos plurales, porque así se atenta contra las hegemonías de las cosas.

Entonces, ¿qué nos ha dejado este 34 Encuentro Plurinacional y Disidente? La responsabilidad de seguir construyendo, la responsabilidad de construir un feminismo que no sea colonialista, que no sea racista, que no sea funcional a los Estados. Lo que se ha discutido en el Encuentro, la discusión de la plurinacionalidad es una discusión estructural que traspasa las fronteras. No sólo del Encuentro sino las fronteras de Argentina.

Porque no queremos más imposiciones, porque queremos articularnos más allá de las fronteras, porque no creemos en los partidos, porque los Estados son insuficientes y eso es una bomba pues, un atentado, por eso no hay Encuentros en otros territorios, por eso no se han sostenido los encuentros en otros territorios, porque son un atentado y venimos no para apropiarnos ni para robarles ni para nada, sino para alimentarnos de esto que es indispensable, que se encontrarnos.”

Verónica Pascual (UST – MNCI)

La lucha por la preservación e implementación de la agroecología campesina, por la reforma agraria, por la soberanía alimentaria y la defensa de los territorios han llegado al temario del 34° Encuentro a través de las mujeres que sostienen estas resistencias y que tienen como base la recuperación de los saberes y la identidad. ¿Cómo impacta en la lucha campesina e indígena el autorreconocimiento y el empoderamiento de las trabajadoras de la tierra a partir del crecimiento del movimiento feminista?

“Realmente todo lo que tiene que ver con el crecimiento del movimiento feminista, a la lucha de las mujeres, a las mujeres campesinas que estamos organizadas nos ha significado también una revolución, dentro de nosotras y dentro de nuestras propias organizaciones. Porque nos ha hecho pensarnos, repensarnos como mujeres, repensarnos como protagonistas en la lucha. Siempre la lucha ha sido por nuestro territorio, por la soberanía alimentaria, por nuestras semillas, pero nunca pensando en el lugar que teníamos nosotras en eso y cómo también muchas veces el patriarcado operaba en nuestras propias prácticas y hacía invisibilizar nuestro trabajo como mujeres.

Entonces hoy realmente estamos en un momento donde yo digo que hemos descubierto el feminismo, lo hemos empezado a mirar sin perjuicios, a dejarnos poder compartir con las compañeras feministas y poder también pensarnos nosotras como mujeres en esta lucha, por el territorio, por la tierra, también el lugar que tenemos y las opresiones que vivimos. Hoy creo que estamos atravesando un momento donde muchas mujeres que están organizadas, muchas mujeres en el campo estamos cuestionando en nuestras casas pero también estamos cuestionando dentro de nuestros propios movimientos.

En la sociedad tenemos que hacernos visibles, no solo adentro de nuestras tareas productivas para nuestros compañeros, para nuestros padres, para nuestros esposos, para nuestros hijos, todo lo que aportamos a la producción de alimento, a la lucha por el territorio sino también mostrar a la sociedad todo el aporte que las mujeres campesinas hacemos todos los días. Esto hoy no sería posible solas, si no fuera porque nos hemos hermanado con otras hermanas luchadoras, las hermanas latinoamericanas de las cuales hemos aprendido mucho, de las compañeras de otros lugares.

Hoy estamos atravesando un momento muy importante donde también estamos empezando a pensar que la construcción de una reforma agraria no puede estar sobre la base de la opresión de las mujeres, de nuestro silencio, de nuestros miedos, de las violencias a las que se nos somete todos los días. Entonces hoy planteamos que no hay posibilidad de reforma agraria sin nosotras, que no hay realmente una verdadera vida digna en el campo si nosotras seguimos siendo violentadas y cualquier compañera sigue siendo violentada en el campo”.

Las mujeres acuerpadas en nuestros territorios son las que han sostenido desde tiempos ancestrales, y hoy continúan sosteniendo, las luchas por la defensa de la integridad del planeta, por la vida digna, por la preservación de la memoria, por la igualdad. Las interpelaciones que plantean los feminismos van encontrando sus raíces a medida que se piensan sobre el suelo en que caminan. A medida que vamos desalambrando las fronteras mentales y territoriales. A medida que las mujeres nos hermanamos con la mirada de la otra, que deja de ser otra para volverse compañera. A medida que vamos asumiendo que somos territorios en resistencia y no eslabones de la cadena de consumo. Hoy, que el fuego de la historia arda en Abya Yala no es casual, pues ha sido mantenido vivo y anidado por ellas, por siglos. Hoy, las soberanías sobre nuestros cuerpos-territorios son la base de toda liberación para, al fin, cambiar el mundo.

A favor de la salud, la justicia, las sustentabilidad, la paz y la democracia.