Por La Jornada, 13 de enero de 2018

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) recomendó que ante la carestía alimentaria se debe evitar el acaparamiento y facilitar programas de acceso directo al productor. Su director general, José Graziano Da Silva, expuso que en Europa han mostrado éxito los circuitos locales de producción de consumo: se produce localmente, se consume localmente.

En conferencia de prensa dijo que los precios de los alimentos dependen mucho del crecimiento económico a nivel global, del consumo e incremento del ingreso monetario de las personas. Quienes pasan hambre en el mundo más de 815 millones, es porque no tienen plata para comprar los alimentos que necesitan.

Previamente en entrevista, José Calzada Rovirosa, titular de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), señaló que el aumento en los precios de algunos productos como el limón y jitomate, se debe a la temporalidad, pero aseguró que en el caso de la tortilla no hay razón para el incremento.

Sobre la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, recordó que México y Estados Unidos somos grandes socios comerciales, nos necesitamos en materia de alimentos. Dijo que a ese país se le venden cerca de 26 mil millones de dólares y tenemos un superávit con ellos, el año pasado fue de poco más de 6 mil millones de dólares.

Agregó que “los empresarios mexicanos están viendo alternativas no solamente por si se se termina el TLCAN o sufre alguna modificación, sino también porque siempre es mejor diversificar.

En la conferencia Graziano Da Silva agregó que para combatir el hambre en el mundo no se necesita de los transgénicos si se logra reducir el despilfarro de productos agropecuarios.

El director general de la FAO expresó también su preocupación por el incremento de la obesidad en América Latina y el Caribe, pues actualmente hay más gente sufriendo de problemas recurrentes a este padecimiento que por la falta de comida.

Advirtió que la comida rápida ha ocasionado una epidemia de consumo excesivo de sal, azúcar, grasas saturadas y frituras.

Graziano Da Silva agregó además que de los 815 millones de personas que pasan hambre, dos de cada tres vive en países con conflictos internos o de guerra. Hay una relación directa y muy fuerte entre violencia y el nivel de inseguridad alimentaria.