Por El Pueblo, 5 de diciembre de 2017

Sin acceso al agua potable para consumo en sus viviendas, menos la posibilidad de mantener el cultivo de maíz, la cual se desvanece cada temporada que pasa sin llover, cuando el granizo azota las cosechas, cuando las lluvias son atípicas y descomponen el suelo, las comunidades rarámuris de la sierra alta y profunda, cosechan para autoconsumo, para muchas familias el alimento del próximo año, no está asegurado.

Hay que pedir por las lluvias, por la comunidad, por el resguardo de las tradiciones y las fechas, a fin de que la cosecha del próximo año sea buena, no solo para el consumo, también para intercambiar o comerciar, el maíz es la base de la alimentación de estas comunidades aún en estos días y cada año, se reúnen para danzar, festejar el poder del maíz y la importancia que tiene este alimento, es la fiesta del maíz que reúnen a varias comunidades de la sierra tarahumara.

En un clima de misticismo, tradiciones y religiosidad, comunidades rarámuris se reúnen en Bacajípare, una comunidad en lo alto de la barranca en el municipio de Urique, donde se puede observar la majestuosidad del divisadero, ahí danzan durante toda la noche, como agradecimiento y ofrenda para tener una buena cosecha el próximo año, bajo la luz de la luna y las fogatas que nacen y mueren alrededor, se vive una fiesta, donde todos participan y colaboran en la fiesta.

Yúmare, es el nombre de esta danza ritual, frente a una cruz colocada al este en el nacimiento del sol, donde colocan las ofrendas de alimentos, de maíz y la pierna de un toro que es sacrificado antes de iniciar la danza, la cual se prolonga por toda la noche, encabezados por el cantador (wikaráme), con el canto y una sonaja, que es acompañado por un violín, mujeres, hombre, jóvenes y niños participan en el ritual, este año la luz de la luna iluminó el festejo.

Contaminación e invasión en la sierra. Este año, los cultivos fueron aleatorios en varias regiones, de las comunidades que participaron en el festejo de Bacajípare, varias familias no levantaron cosecha, principalmente por cuestiones climáticas, las lluvias llegaron tarde y se fueron antes del ciclo, en otras partes un granizo de tres días acabó con las parcelas, por lo que se reunieron por comunidad para analizar como enfrentarán la situación alimenticia del 2018 colectivamente.

La Consultoría Tecnica (Contec), realiza un foro antes de iniciar el festejo, donde se exponen varios temas relacionados con las comunidades, su defensa jurídica por el reconocimiento del territorio, exigencias y gestión con las autoridades para el desarrollo de las comunidades, derechos humanos, alimentación y seguridad, donde se plasmó el panorama para los rarámuris respecto a la cosecha de este año, el maíz del 2018 podría no alcanzar para todos.

Los principales factores que las comunidades responsabilizan de afectar el ciclo de lluvias, es la contaminación y el cambio climático, pues viven en carne propia distintas luchas contra la afectación ambiental en la sierra tarahumara, proyectos que como el gasoducto que atraviesa la sierra y destruyó cientos de hectáreas en varias comunidades, la tala indiscriminada del bosque, legal e ilegal, los megaproyectos mineros, la contaminación directa de hoteles, son varios frentes legales que los rarámuris sostienen, acompañados de Contec.

Durante todo el día, Bacajípare se convierte en un punto de reunión donde las familias rarámuris colaboran en distintas tareas, las mujeres trabajan en la cocina, preparan el Tónare, un alimento a base de pozole y la carne de un toro que sacrifican con un ritual ancestral, violín y guitarra acompañan el sacrificio, el centro comunitario se convierte en una tarea colectiva, todos participan, colores y olores acompañan las tareas.

El maíz, como base de la alimentación acompaña los platillos, se desgranan las mazorcas, se cuece el grano, se muele el nixtamal, se lavan las hojas de las mazorcas para los tamales, se corta y limpia la carne del sacrificio, tarea titánica que se realiza durante toda la noche, a lo lejos la danza del yémare continúa.

Defensa del maíz. Ante la falta de alimento, las comunidades reciben distintos apoyos por parte de las autoridades federales y estatales, despensas, cobijas para el tiempo de frío, pero también semillas para que cultiven maíz, sin embargo, están concientes respecto a la afectación del cultivo de maíz transgénico, la semilla genéticamente modificada que entrega el gobierno, una semilla que además de ser de una calidad alimenticia inferior, también contamina sus tierras y no permite que después otras semillas originarias pueden sembrarse.

Contec, ha asesorado a las comunidades para que protejan sus costumbres, alimentación y las semillas originarias, la protección y catalogación de las distintas semillas, la sierra tarahumara ofrece infinidad de variantes de maíz, que ha permanecido en manos de los rarámuris y ahora protegen, “no podemos sembrar la semilla que nos da Sagarpa, porque nos echa a perder la tierra”, manifestó uno de los presentes.

La solución a esta problemática ha ocasionado que durante los últimos 20 años, familias enteras salgan de sus comunidades a las ciudades en busca de trabajo, otros durante meses van a trabajar a la cosecha en Sinaloa o los Estados Unidos, la alimentación y las tradiciones han ido desapareciendo, la seguridad alimentaria a merced de la naturaleza.

En la fiesta del maíz, las familias llevan distintas mazorcas, de varios colores y tamaños, semillas, frutos deshidratados, telas, especias, legumbres, las exhiben y exponen su nombre, origen y los alimentos que se pueden elaborar, hay gran variedad, además de telas, productos, accesorios que intercambian y comercian en el tradicional trueque.

La sonrisa pinta los rostros de los rarámuris durante su festejo, se reencuentran familias y amigos, el intercambio de alimentos y telas los une, las tareas colectivas muestran unidad y fraternidad, ante los distintos problemas que afectan sus tradiciones y forma de vida que se vislumbra difícil, pero es día de fiesta, el tesgüino alegra la sangre y la danza hasta el amanecer, los más jóvenes culminan el yúmare, gritan alegres, imitan ruidos de animales nocturnos, “Arriba Chihuahua, arriba Urique, arriba Bacajípare”, se escuchan en lo alto de la montaña.