Por Angélica Enciso L., La Jornada, 16 de octubre de 2017

Áreas naturales protegidas de costa y montaña son afectadas por el cambio climático. Con el aumento de la temperatura se dañan los arrecifes de coral, sube el nivel del mar, se afecta la vegetación de bosques y selvas, además de que el exceso de lluvias puede provocar deslizamientos de tierra y desaparecer comunidades.

Aunque funcionarios piensan que pasarán décadas para que se vean los impactos del calentamiento global, es necesario emprender acciones preventivas. El cambio climático debe llevar a ser más resilientes, tener energías renovables, prepararse para sorpresas desagradables, planear el uso del territorio. Y ya se sabe que 90 por ciento del impacto del cambio climático se transmite por el agua, indicó Álvaro Umaña, investigador del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie), con sede en este país centroamericano.

Los ecosistemas están en riesgo; no sólo mar y arena están expuestos, pues hay playas que se han reducido a la mitad, también las montañas se ven afectadas. Por ejemplo, durante los días pasados, la tormenta Nate afectó a miles de habitantes del Pacífico en Costa Rica, mencionó durante su participación en la sexta Conferencia Internacional de Turismo Sostenible: Planeta, Personas, Paz.

El experto indicó que los huracanes de este año en América Latina y el Caribe han dejado daños en sitios como Barbudas, en Cuba afectaron zonas turísticas, en República Dominicana hay daños en 60 por ciento de viviendas y hay hoteles cerrados, lo mismo que en Islas Vírgenes y Puerto Rico. Se debe invertir en planificación del territorio, prepararnos para eventos extremos, preparar zonas de inundaciones, evitar la tala de manglares, emprender sistemas de generación eléctrica renovables y protocolos de evacuación. Los seguros son importantes, pero pocos los tienen.

Sólo este año en este país centroamericano los daños por infraestructura ascienden a mil millones de dólares, y 120 mil hectáreas de agricultura resultaron dañadas. Se debe continuar el proceso de adaptación al cambio climático. Es inevitable, hay un compromiso con el planeta. No hay planeta B.

Marisol Vargas, secretaria de Turismo de Quintana Roo, señaló por su parte que el cambio climático afectará la actividad turística con el aumento del nivel del mar, que en este sitio llegará a las edificaciones hoteleras en 2090. Sostuvo que no es suficiente decretar áreas naturales protegidas, pues la de flora y fauna Yum Balam, ejemplificó, tiene 23 años sin programas de manejo, y hay gran presión turística en la isla Holbox, que se encuentra ahí.

Reconoció que para favorecer la actividad turística se modifican los programas de desarrollo urbano apenas emitidos y los de ordenamiento del territorio muchas veces no se cumplen. Sostuvo que no se ha ligado a ningún sector productivo con el turismo, y todas las manifestaciones de impacto ambiental las hacen consultores que acabaron con 40 por ciento del manglar.

Sostuvo que hay retos en la protección de ecosistemas, y a pesar de que Quintana Roo tiene varias áreas naturales protegidas, como la reserva de la biosfera Sian ka’an, el parque nacional Tulum, Punta Nizuc, el ecoturismo en la región es bajo y el modelo tradicional es el que tiene más peso.

Agripina Jenkins, de la dirección Cambio Climático de Costa Rica, señaló que los daños por fenómenos extremos entre 2005 y 2016 ascendieron a mil 600 millones de dólares en este país y resultaron afectados parques nacionales como Monteverde.