Por Carolina Gómez Mena, La Jornada, 1º de agosto de 2017

Gerardo Noriega Altamirano, investigador y profesor de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh), alertó sobre el deterioro que sufren los suelos agrícolas del país por el uso intensivo de fertilizantes y agroquímicos.

Esa situación, agregó, ha puesto a México en la lista de países productores de maíz, con un rendimiento medio que ronda 2.8 toneladas por hectárea, inferior al promedio mundial de 4.6 toneladas.

Detalló que 62 millones de hectáreas, equivalentes a 31 por ciento del territorio nacional, son suelos degradados por la acidificación y 146 millones de hectáreas (73 por ciento) no poseen capacidad de intercambio catiónico suficiente, lo que explica la poca eficiencia de la absorción de los fertilizantes de síntesis química.

Añadió que la reducción de la fertilidad de los suelos obliga a buscar alternativas para restaurar y mantener la productividad.

Por eso México está obligado a entrar a la agricultura del futuro mediante la aplicación de nuevas tecnologías, como la microbiología agrícola que permita la reactivación de los ciclos bioquímicos y el manejo fitosanitario de la tierra para mejorar la calidad y cantidad de producción de alimentos a menor costo.

Urge una nueva forma de pensar, otra forma de hacer la agricultura, la mente no puede seguir encasillada en la aplicación de agroquímicos; es el momento de comprender la importancia de la fertilidad del suelo, la producción de alimentos sanos y construir el vínculo entre la ciencia y el desarrollo que con la creatividad de nuestros científicos mexicanos podemos caminar a reducir la dependencia de importaciones de granos como el maíz.

En entrevista, realizada en el contexto del curso Agricultura del futuro basada en el conocimiento 2017, el investigador indicó que ante renegociaciones de acuerdos comerciales, las políticas de desarrollo agrícola en México deben ajustar sus marcos normativos institucionales como fortalecer el financiamiento, focalizar los apoyos al campo, incorporar la tecnología, así como la integración entre la ciencia, la producción, la capacitación y la sociedad rural, a fin de no estar supeditados a los alimentos del extranjero.

Indicó que el conocimiento es igual a independencia alimentaria y que es momento de hacer llegar estos nuevos modelos de producción a todo el país, como ha sucedido en el Valle del Mezquital; asimismo, ya se trabaja con ellos en Jalisco, Michoacán y Sonora.