Por Es Fácil ser Verde, 4 de junio de 2017

El terreno es ondulado hacia arriba, en suaves colinas, plataformas fértiles sembradas con maíz, girasoles y jitomates, antes de descender en tranquilos lagos. Parece un escenario paradisiaco natural de la tierra. Pero hace 20 años, esta tierra era estéril y árida, y era una lucha cosechar algo.

Tamera es el nombre que le dieron a éstas 134 hectáreas en el sur de Portugal , un grupo de 30 personas que emigraron desde Alemania en 1995. Hoy en día, 200 personas de todo el mundo viven aquí. A través de prácticas simples de cavar zanjas y creando espacios de retención de agua, los expertos de Tamera han transformado un área al borde de la desertificación, y creen que se puede hacer en cualquier parte del mundo.

La comunidad requería ser más sustentable y cosechar la mayoría de sus alimentos, más que importarlos, y era claro que el agua era un aspecto central para poder vivir autónomamente de la tierra.

“Cuando llegué a Tamera en 2006, los árboles se estaban muriendo y los manatiales se secaban”, dice Bernd Müller, director del Instituto Global de Ecología de Tamera y uno de los ingenieros detrás de esta transformación.

En esa época, en los meses de verano, Tamera parecía un desierto con muy poca vegetación. En invierno había gran cantidad de lluvia e inundaciones. Müller y su colaborador, Thomas Lüdert observaron que la mayor parte del agua salía del terreno y causaba daño a la infraestructura, sin infiltrarse.

“Corría hacia los ríos causando erosión y otros daños”, dice Müller. El objetivo del proyecto era retener tanta agua como fuera posible, para recargar los mantos acuíferos que disminuían cada vez más, y regenerar los manantiales.

Empezaron en la parte alta del terreno, dodne estaba el mayor problema de erosión y sobrepastoreo. “El viento y el agua erosionaron toda la tierra fina que servía como esponja natural para kla lluvia”, dice Müller. “Empezamos a manipular la situación para que esta área retuviera la lluvia. Luegho construimos estructuras como zanjas que permiten infiltrar el agua muy despacio en la tierra.”

Se cavaron lagos sin concreto en el fondo, para que el agua pudiera filtrarse lentamente en la tierra”, dice Müller. “Hay un principio en permacultura, las 3 S: Slow: Disminuye la velocidad, Spread: Desemina, Sink: Infiltra”, dice Müller. “Cuando tienes agua corriendo, algo en tu ecosistema está mal. Tienes que disminuir su velocidad, diseminarla en el terreno y permitir que se infirlte.”

La transformación de la tierra empezó en agosto de 2007, y para febrero de 2008 un nuevo manantial apareció en los límites de Tamera. “Estaba sorprendido. No esperaba que sucediera tan pronto”, dice Müller. “De repente, teníamos un arroyo corriendo por el valle, y eso atrajo mas vegetación y animales. La vida silvestre responde inmediatamente a un acceso continuo al agua.”

El caso de Tamera ha sido presentado a la Unión Europea y a la COP22 en Marrakesh por la Red Global de Ecoaldeas. “Para nosotros era importante cambiar la situación en Tamera desde el inicio, peor hacerlo de manera que pueda ser un ejemplo para el resto del mundo”, dice Müller, quien ha viajado por todo el mundo dando consultoría en proyectos de manejo de agua. “Cuando escalas los problemas ecológicos hasta sus inicios, todo se resume en los mismos errores. En todos los casos que he visto, la clave para la restauración de un ecosistema es el manejo de agua de lluvia y vegetación”.

Después del terremoto de Haití en 2010, Müller trabajó con la ONG Cafod en un proyecto en el Campamento Carradeux para desplazados por el terremoto proporcionando servicios sanitarios, agua potable y manejo de basura. Las recomendaciones al camapmento incluyeron: captación de agua de lluvia de los techos, fuentes alternativas de combustible diferentes de la leña paras evitar la tala de árboles y la instalación de baños composteros.

“Estoy contento de apoyar a Tamera porque tienen una forma diferente de hacer las cosas”, dice Geoff O’Donoghue, Director de Operaciones de Cafod quien trabajó con Müller en Haití. Dice que el enfoque de Tamera ayuda a alojamientos humanitarios porque genera una conciencia del panoramam completo. “Hay tantas cosas que se pueden hacer que no son más caras, pero requieren conocimiento previo del diseño”.