El pasado 24 de mayo 2017 se realizó el Foro “MAÍZ EN MÉXICO  AMENAZAS Y ALTERNATIVAS” el evento se propuso exponer y analizar los riesgos y las oportunidades que enfrentan los productores de maíz a pequeña y gran escala, en esta coyuntura de ofensiva contra la soberanía nacional. En el Museo Nacional de las Culturas se dieron cita voces expertas en el análisis académico del impacto del maíz en nuestra cultura, siendo éste grano centro de identidad y alimentación en México.

En el escenario de las amenazas se identificaron factores que van desde las políticas públicas que favorecen a la agroindustria y no a las y los pequeños productores para el campo, hasta la firma de tratados comerciales y el uso de la biotecnología en las semillas además el abandono del sistema milpa como modelo alimentario.

Para la Doctora Blanca Rubio “Los productores de maíz enfrentan el dominio de las empresas agroalimentarias transnacionales así como políticas públicas que privilegian la importación de maíz amarillo y  la concentración de la producción de maíz blanco en una élite de productores, por lo que los campesinos son excluidos, al enfrentar precios en declive y costos altos.  Esto genera una fragilidad productiva y una fuerte dependencia alimentaria.  Es necesario que el maíz salga del TLCAN y fortalecer su producción interna.”

La investigadora Yolanda Massieu destacó que “Existen elementos para reflexionar sobre el cambio que implica la mercantilización y producción a nivel industrial de las semillas.  Destaca la presión existente que lleva a la pérdida de autonomía del agricultor sobre sus semillas y sobre su proceso productivo, a manos de las empresas transnacionales de insumos agrícolas.  Se contrastaron dos tendencias, una hacia la homogeneización de la agricultura industrial, otra es la de la biodiversidad en la agricultura campesina. Se expuso información reciente que ilustra la concentración creciente de la industria semillera y de insumos agrícolas, posibilitada por el monopolio y control de las nuevas tecnologías.  En conclusión existe la necesidad de una política diferente en cuanto a la producción de semillas, que valore la autonomía del agricultor y la agricultura diversificada.”

Julieta Ponce, nutrióloga experta enfatizó que “la mercantilización alimentaria acentuada por el abandono de la producción a pequeña escala provoca pobreza, desigualdad, y con ello, enfermedad y mal comer.  La dificultad del asunto alimentario en México radica en resolver y detener el daño a la salud y en mantener el crecimiento económico al mismo tiempo. La milpa es un modelo económico y un sistema de salud donde se involucran elementos sustantivos que hacen del comer un asunto público y político. Al abandonar la milpa, entró la comida chatarra. Las políticas de salud en México han invertido sus recursos en tratar de “convencer” a población de auto-cuidarse, y en tratar incorporar a la industria en la solución de la obesidad y la diabetes.”

Además con el objetivo es abordar las reglas de protección de la propiedad intelectual de las semillas en México y en el mundo, así como la situación de la protección del conocimiento tradicional el Dr. Manuel Soria López indicó que la reflexión es que la desigualdad en el intercambio de conocimiento entre Actores del conocimiento tradicional y los Agentes tecnológicos deteriora a la biodiversidad y anula los derechos de comunidades indígenas y campesinos, por lo cual compromete la seguridad alimentaria de la sociedad.

La nobleza del maíz, la milpa y el modelo de producción campesino siempre ofrecen alternativas a nuestra alimentación, protegen al ambiente y la biodiversidad y nos invitan a mirar a nuestra historia y origen como culturas.

La profesora Alba González Jácome nos recordó que “Definimos como cultura del maíz a los manejos humanos que, a lo largo de su evolución, permitieron su domesticación y su difusión. A las formas de alimentación con base en el maíz, que surgieron a través del tiempo. A los sistemas agrícolas que están articulados con esta planta y su cultivo. A los cultivos de maíz y plantas asociadas con él, a los manejos agrícolas, tecnologías, formas de organización del trabajo para su producción, circulación, consumo e intercambio.  Además, hay que considerar un aspecto fundamental, la cosmovisión, los rituales, festividades, actividades sociales y los personajes responsables de las ceremonias, ritos y festejos articulados a la planta de maíz. Es así que la importancia cultural de maíz se tiene que ver a través de su interrelación con otros elementos, sin ellos perdería su esencia como factor económico, social, cultural y, por supuesto, alimenticio.  Desde esta perspectiva, el maíz es eje del sistema al que en México denominamos milpa; ambos: maíz y milpa, han evolucionado a través del tiempo, cubriendo varios aspectos en la vida física, social y cultural, en la sobrevivencia de las poblaciones humanas.

La aportación de Jorge Larson, Coordinador de Planeación para el Uso de la Biodiversidad, CONABIO, sobre “las maneras de proteger los maíces versó sobre los cuatro aspectos del título. El primero es la apropiación: los maíces nuestros. Sí, pero ¿de quién? de la humanidad, de los pueblos de América, de los pueblos de la América media, los de Costa Rica y de los Estados Unidos y Canadá, los nuestros de los mexicanos y los de cada una de las regiones y de cada pueblo originario, de cada comunidad y cada familia campesina que cultiven maíz. Para su conservación se requiere dar viabilidad y dignidad a la vida campesina en nuestro país, en el mundo, retomar el papel del Estado y de los ciudadanos, productores de maíz o consumidores de él en las ciudades. También requeriremos en el futuro a todos los teocintles, los anuales y los perennes, de México, Guatemala y Nicaragua. Su conservación requiere paisajes agrícolas diversos, mosaicos heterogéneos con vegetación secundaria, agricultura e incluso algo de pastoreo en regiones amplias. Finalmente, el desarrollo de los sistemas agrícolas que producen maíz implica valorar la diversidad de los propios maíces lograda a través de diversas estrategias de manejo de semillas y de la cultura de uso y consumo de muchos maíces diferentes.”

Rafael Ortega Paczka hizo un llamado urgente para que “México vuelva a ser autosuficiente en la producción de granos básicos, lo fue hasta fines de la década de 1960 y podemos volver a serlo. La ponencia trató sobre algunas acciones indispensables para alcanzar la auto-suficiencia en maíz de diferentes tipos y usos. Una premisa básica para alcanzar esa meta es que se necesita el mejoramiento de la producción de maíz por el campesinado que cultiva maíces criollos en el 75% de la superficie de siembra. Así se lograría la autosuficiencia en el país y también en la mayoría de las comunidades rurales que hoy están sumidas en la pobreza y déficit alimentario.  Instituciones de enseñanza agrícola y ONG’S realizan acciones a pequeña escala pero necesitan del apoyo del Estado, otras acciones son responsabilidad fundamentalmente del gobierno mexicano, comenzaré por las segundas.”

EL profesor Ortega Paczka  dijo que “Hay que sacar al maíz del TLCAN para acabar con la competencia norteamericana desleal. Hay que continuar prohibiendo la siembra de maíces transgénicos. Hay que restablecer los precios de garantía, el sistema estatal de acopio y distribución de cosechas, el asesoramiento técnico, la producción y distribución estatal de semillas, fertilizantes y agroquímicos, así como retomar la construcción de obras hidráulicas para riego dando preferencia a los pequeños productores en el abasto de riego.Hay que impulsar cuestiones técnicas y comunitarias: a) el cultivo de la milpa o al menos en franjas de maíz y frijol;  b) el mejoramiento participativo de semillas y tierras; c) las ferias de semillas, de gastronomía, así como los fondos comunitarios de semillas; d) la comercialización directa entre asociaciones de productores y de consumidores de granos básicos y de productos elaborados (tortillas y otros); e) la elaboración de folletos, videos, programas de TV y radio sobre las cuestiones aquí mencionadas y su difusión eficiente, a niveles nacional y regional para impulsar tanto las diferentes técnicas mejoradas como los usos tradicionales deseables en las regiones más adecuadas. México cuenta con técnicas adecuadas de producción de maíz, con ricas tradiciones culinarias regionales y con una masa crítica técnica fundamental para impulsar los programas aquí delineados. Esto quedó en evidencia en la campaña de estudio, colecta, presentación de informes y publicaciones sobre maíces criollos en los trabajos que se llevaron a cabo a nivel nacional de 2008 a 2012 y que ahora están abandonados.”

Finalmente Cristina Barros experta en cocina y cultura, recordó que “el maíz es de los tres cereales básicos con que se alimenta la humanidad, el que tiene mayor versatilidad en la cocina. En México hay al menos 600 preparaciones que se hacen con maíz. Esta variedad de preparaciones está vinculada con una característica de las culturas mesoamericanas: un gran conocimiento de la naturaleza que les ha permitido diseñar maíces para los distintos ecosistemas, así como para distintos usos en la cocina, y también aprovechar lo que le ofrecen diversas plantas de una manera integral. Del maíz se utiliza:  la caña tierna como golosina, las hojas de la planta que sirven para envolver diversos tamales y empacar algunos productos alimenticios, con la espiga se elaboran tamales y atoles, los jilotes o elotes muy tiernos se comen solos o se preparan en salmuera, con los elotes tiernos pueden hacerse desde la botana hasta el postre: esquites, sopas de elote, elotes asados o hervidos, tamales dulces y salados, tortas, budines, helados y pasteles de elote, con las hojas del elote se envuelven tamales y otros productos como mantequillas, cos “cabellitos” se usan en medicina tradicional, con el maíz casi maduro –“camahua”- se elaboran tlaxcales o gorditas, con los granos de la mazorca molidos se hacen pinoles, cos granos de la mazorca cocidos con cal son el nixtamal con que se elabora la masa para hacer totillas y con ellas tacos y enchiladas de una gran variedad.