Lo que le falta al mayor logro ambiental del sexenio

El próximo sábado concluye en Cancún una importante reunión internacional: la Conferencia de las partes (COP13), máximo órgano de gobierno del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB).

Por Iván Restrepo, La Jornada, 12 de diciembre de 2016

Este convenio suma la voluntad de 196 países en torno a temas claves relacionados con el buen estado de los recursos naturales del planeta, con políticas que eviten la destrucción de las especies animales y vegetales en tierra firme y el mundo marino. A esa voluntad se suman varios acuerdos multilaterales que, aunque no están específicamente en los objetivos de preservar, enriquecer y utilizar racionalmente la biodiversidad, sí se relacionan con ellos.

Es el caso del firmado hace un año en París sobre el cambio climático que busca reducir la generación de gases de efecto invernadero, muy especialmente los provenientes de la quema de hidrocarburos.

El calentamiento global no es aceptado del todo por el señor Donald Trump y la mayoría de quienes lo acompañarán en su gobierno. Como Scott Pruitt, nuevo responsable de la Agencia para la Protección del Medio Ambiente (EPA, por sus siglas en inglés), veterano fiscal de Oklahoma, que ha bloqueado en los tribunales las medidas aprobadas por el presidente Barack Obama para luchar contra dicho calentamiento. Es, además, un acérrimo defensor del uso del petróleo y el gas.

Fue en 1994, en Bahamas, donde se celebró la primera cumbre sobre biodiversidad. A propuesta del gobierno mexicano, la actual COP13 tiene como tema central “Integrando la biodiversidad para el bienestar”. Esto conlleva hacerlo realidad en los planes, programas y políticas sectoriales e intersectoriales, con énfasis en los sectores agrícola, forestal, pesquero y turístico.

La anterior cumbre tuvo lugar en Corea hace dos años bajo el lema de “La diversidad biológica para el desarrollo sostenible”. En Cancún ahora se complementa al ponerla en concordancia y como parte insustituible del quehacer y bienestar humano. Involucrar a las actividades económicas y a la población en el cuidado de la biodiversidad tiene una enorme importancia para México, potencia mundial en flora y fauna marina y terrestre, y en cuanto a ecosistemas.

Precisamente en la inauguración de la COP13, el presidente Peña Nieto anunció lo que él considera el logro máximo de su administración en el campo del medio ambiente: la creación de la mayor extensión de áreas naturales protegidas en la historia del país. Se trata de cuatro reservas de la biosfera que suman 910 mil kilómetros cuadrados, la mayor parte marinos, para blindarlos de la exploración y extracción de hidrocarburos y proteger las especies en peligro de extinción. Es el caso de la Reserva de la Biosfera del Caribe Mexicano (la más extensa del país, con 5.6 millones de hectáreas), la Reserva de la Biosfera del Pacífico Mexicano Profundo (una franja marítima de 800 metros de profundidad), dos islas del Pacífico, la Sierra de Tamaulipas, y dos zonas de “salvaguarda” para los manglares y la selva Lacandona.

El pasado lunes nos referimos a la Reserva de la Biósfera del Caribe Mexicano, cuyo fin es preservar los importantes recursos que contiene, como los arrecifes coralinos, los humedales y manglares (barreras contra los huracanes y la erosión costera) además del hábitat de numerosas especies (los tiburones ballena y toro, el jaguar y el ocelote, el manatí, la mantarraya y las tortugas marinas), algunas en peligro de extinción.

Las nuevas reservas son un gran paso en la tarea de proteger los recursos naturales del país. Mas no faltan los que duden de su efectividad, pues, como sucede en otras áreas protegidas, no cuentan con planes de gestión ni garantías que hagan realidad los objetivos propuestos al crearlas.

Carecen de recursos y personal suficiente y de acuerdos de colaboración con los grupos humanos que viven en ellas. Y, en paralelo, está la impunidad y la corrupción de autoridades, políticos y depredadores. Trátese de complejos hoteleros, minería y pesca; la explotación de hidrocarburos o de talamontes interesados en ampliar la frontera agropecuaria. Acabar con estos vicios sería una primera muestra de que ahora las cosas serán distintas, el camino hacia el desarrollo sostenible.