Por Ecoticias, 3 de noviembre de 2016

Esta veterinaria asentada en la colonia San Miguel Chapultepec, en Ciudad de México, es la creadora de Efecto Colmena, un grupo de siete personas dedicado a rescatar panales y a conservarlos en un entorno más favorable.

Un panal de dos metros y medio de largo se alzaba sobre Adriana Véliz y sus compañeros, enmudecidos ante un huracán de miles de abejas que volaban en todas direcciones y luchaban por defender su colmena.

Allí, protegida por un traje parecido al de un astronauta entre la vorágine de aguijones, Adriana pensaba en la belleza de esta especie y en todo lo que haría por salvarla.

“Si los humanos fuéramos como las abejas, seríamos mejores personas”, cuenta Adriana a Univision Trends.

Esta veterinaria asentada en la colonia San Miguel Chapultepec, en Ciudad de México, es la creadora de Efecto Colmena, un grupo de siete personas dedicado a rescatar panales y a conservarlos en un entorno más favorable.

Su iniciativa nace de la necesidad de concientizar sobre la importancia de estos insectos en la agricultura y el medio ambiente, una especie que está en declive.

“Busca abejas, no Pokemones”, señala un cartel difundido por el la agrupación.

Así funciona el Efecto Colmena

Actualmente las abejas mueren a ritmos más acelerados de lo normal en un efecto conocido como ‘Síndrome del colapso’.

El número de estos insectos que no sobreviven al invierno está por encima de las cifras deseables en Estados Unidos, un índice que se repite en Reino Unido y Canadá, entre otros países.

Las causas de esta reducción aún no están del todo claras, pero se apunta al daño de ciertos pesticidas — sobre todo los neocotinoides—, la urbanización de los terrenos y la propagación de virus y otras enfermedades.

En México las alarmas saltaron este año: las abejas salen del panal y nunca regresan, perecen en el camino.

Esto, sumado a la realidad de que pocos jóvenes quieren convertirse en apicultores, hace que la especie sea una de las más desprotegidas y que la producción de miel sufra un descenso.

Cómo surgió el proyecto

La reacción más común de una persona en México al encontrarse un panal de abejas en su casa es llamar a los bomberos para que se lo lleven cuanto antes.

Para Adriana esto es un drama.

Los bomberos suelen arrancar el panel de donde esté y exterminan a los insectos para evitar que piquen o que sigan propagándose.

“Viendo el manejo de los bomberos o protección civil —que lejos de ayudarlas las matan— pensamos ‘No puede estar pasando esto. Tenemos que hacer algo'”, recuerda.

Muchas veces le preguntan a Adriana si le pican las abejas a menudo, pero lo cierto es que raramente lo hacen, “si trabajas bien y no las molestas”.

Así rescatan a las abejas Como si fueran los ‘ ghostbusters’, los integrantes de Efecto Colmena sólo necesitan que alguien los llame por teléfono para ponerse en acción.

El proceso apenas varía: alguien descubre una población de abejas en su casa y en vez de avisar a los bomberos, contacta a Adriana y a sus compañeros para que se las lleven y las pongan a salvo.

Los panales pueden estar en los árboles, pero normalmente se forman dentro de las casas, en el techo, las paredes o las chimeneas.

“Cualquier hueco puede ser ideal para las abejas”, dice Véliz. ” Un 85% de los panales los podemos salvar.

El restante son enjambres complicados, porque a veces tenemos que romper las paredes o el techo y la gente no quiere”.

Otro método de rescate es el de las cajas de resguardo.

Si detectan que en un parque público hay una gran presencia de abejas, colocan unos recipientes en los que se van acumulando los insectos hasta que se llenan y luego los retiran.

Esto evita que los niños sufran picaduras. “Es una forma de prevención de accidentes”.

¿A dónde se las llevan después?

Una vez las abejas han sido recogidas, las trasladan a unos apiarios de resguardo donde las alimentan y tratan.

Después de aproximadamente 20 días, pasan a un apiario fijo donde se quedarán de por vida, produciendo miel ‘sin estrés’. Esa miel la venden a particulares y usan el dinero obtenido de las ventas para mantener económicamente a la organización, pues ésta no cobra por sus servicios de rescate (solo reciben donaciones voluntarias).

También regalan la miel como agradecimiento a quienes les ceden las abejas.

Otra fuente de ingresos de este grupo de apicultores proviene de colaboraciones con agricultores y campesinos, a quienes que prestan abejas para polinizar sus terrenos.

Por qué son tan importantes estos insectos

¿Se imaginan acudir al supermercado y que la sección de dulces estuviera vacía?

Esto es lo que sucedería si desaparecieran las abejas polinizadoras.

El supermercado Whole Foods participó en una campaña de concientización sobre la crisis de las abejas y dejaron vacíos los estantes de postres del establecimiento para mostrar a los clientes el futuro de un mundo sin abejas.

Un tercio de la comida que consumimos al día llega a nuestra mesa gracias a que fue polinizada por estos insectos en algún momento de su desarrollo, según Greenpeace.

“Si perdiéramos a las abejas, el impacto ecológico sería impresionante”, dice Adriana.

“Podrían producirse hambrunas, desnutrición, los precios se encarecerían…

Todo por un insecto tan diminuto”.

En Estados Unidos, por ejemplo, una de las la principales preocupaciones es lo que sucederá con la producción de almendras si las abejas dejan de polinizar los cultivos.

Las alarmas saltaron en 2013, cuando aparecieron varios estudios que subrayaban el papel de los 1.6 millones de abejas que hacen falta en California para la polinización del producto agrícola más exportado del país.

Al año siguiente, el presidente Obama creó una ‘fuerza especial polinizadora’ para promover el cuidado de estos insectos a nivel nacional. Imagen de un rescate de abejas en Valle de Bravo.

Aquí están liberando a la reina, la cual se había excluido para que estuviera a salvo.

Lo mejor de las abejas, según Adriana “Me gusta su compañerismo.

Son impresionantes. Su organización y el trabajo en equipo… Para que una colmena funcione, todas tienen una función. Primero les toca darle alimentos a las crías, luego les toca limpiar las celdas y una vez que lo hicieron, les toca salir por polen…

Si estuviéramos organizados como ellas, seríamos una civilización mucho más amable con el ambiente. No nos comeríamos el mundo como lo estamos haciendo”.